En el Viernes Santo recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna. El sacerdote lee la pasión de Cristo en la liturgia de la Adoración a la cruz. En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está. Ese día no se celebra la Santa Misa.
El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo. Podemos recordar leyendo el Evangelio de San Juan, capítulo 18, versículos 1-19, 42.
Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la abstinencia. Se acostumbra rezar el Vía Crucis y meditar en las Siete Palabras de Jesús en la cruz. Se participa en la Liturgia de Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción. Se trata de acompañar a Jesús en su sufrimiento. A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.
“Oh Dios, tu Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el hombre terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”
“Mírame, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en tu presencia: te ruego, con el mayor fervor, imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y firmísimo propósito de jamás ofenderte; mientras que yo, con el mayor afecto y compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando tus cinco llagas, teniendo presente lo que de ti, oh buen Jesús, dijo el profeta David: “Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos.” (Salmo 21: 17-18)”
“Te adoro, Oh Santa Cruz, que fuiste adornada por el cuerpo santísimo de mi Señor, cubierta en tinta de su preciosísima sangre. Te adoro, mi Dios, puesto en la cruz por mí. Te adoro. Oh Santa Cruz, por amor de aquél que es mi Señor.”
El viernes santo es un día durante el cual se reza tradicionalmente por todas estas almas que esperan poder descansar en los brazos del Padre. Jesús ha muerto para abrirnos el camino hacia su Padre. Ofrecerle esta oración recitada 33 veces, arrodillado ante su cruz, nos permite liberar 33 almas del purgatorio.
Cada día de la semana santa es propicio para rezar por un buen caminar hacia el día de Pascua y la resurrección de Jesucristo. Las oraciones del jueves santo para conmemorar la última cena de Jesús con sus discípulos. El viernes santo podemos vivir de nuevo la pasión y la muerte de Jesucristo con un vía crucis. Podemos rezar durante la Vigilia Pascual, la noche del sábado que precede la Pascua.
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