Pronto se cumplirán dos semanas desde que se anunció una terrible noticia: Remilia, una de las mejores Thresh que había visto en mi vida, había fallecido. Su mejor amigo Richard Lewis comunicó la noticia en Twitter públicamente pidiendo respeto y comprensión para cualquiera que quiera rendir tributo a su nombre o difundir esta sorprendente noticia.
Si bien fue algo inesperado, ¿realmente era sorprendente que algo así pasara? Los detalles de su sensible fallecimiento no han sido públicos y tampoco quiero indagar sobre ese tema específico, pero me es inevitable pensar en todos los talentos que existen alrededor del mundo que por varios motivos su luz termina desapareciendo antes de siquiera alcanzar su verdadero potencial.
Este fue el caso de Maria Creveling, quien a su corta edad participó un 16 de agosto del 2015 en los Playoffs de los Challenger Series de Norteamérica. Ella sería presentada como el soporte del equipo Renegades y, a pesar de haber pedido explícitamente que no se mostrara su rostro durante la transmisión en vivo, solo bastó un segundo de su exposición para que todo se saliera de control.
Ella ya había comentado que no aguantaría la presión de estar en la LCS si su equipo clasificaba, así que dicho y hecho así fue. Renegades pasó a la siguiente etapa y ella se convirtió en la primera mujer en la historia de los esports de League of Legends que habría de participar en esta competición. Lastimosamente, decidió dar un paso al costado y no continuar su carrera.
Pero... ya era demasiado tarde. El mundo había visto su rostro que hasta ahora guardaba con recelo y los comentarios en las redes sociales, así como en ese día, se llenaron de bromas y comentarios fuera de lugar. Remilia había aguantado el bullying durante toda su vida y ahora tenía que seguir haciéndolo por comentarios de todo el mundo en Internet.
¿Hasta qué punto la habilidad de una persona en un deporte o disciplina es definida por su género o preferencia sexual? En mi caso la respuesta es clara: ninguna. Más allá de una ventaja o desventaja natural por nacer de un sexo específico, el potencial de una persona para destacar dentro de alguna disciplina se basa netamente en el esfuerzo y dedicación que la misma aplica para cumplir sus sueños.
Remilia quería ser una jugadora profesional de League of Legends, pero la mente colectiva de los espectadores de los esports terminó por arruinar su sueño y posteriormente su vida. Tal como dijo Richard Lewis en su publicación, ella no buscaba ser el centro de atención, pero no lo hacía porque sabía todo el acoso que esto significaba de parte del público online, ya que todos dentro de nosotros queremos de alguna manera ser reconocidos por los demás.
Ella quería ser reconocida. Ella quería que todos dejáramos el pasado atrás. Ella quería vivir. Pero no fueron solamente los comentarios de las redes sociales quienes le hicieron la vida imposible, sino también los medios de comunicación. Nuestro trabajo es informar, ¿cierto? ¿Eso nos quita cualquier responsabilidad de lo que suceda con las personas de quienes informamos al mundo? En definitiva no.
La última vez que hablé con Remilia descubrí que sus “fans” no eran su única preocupación, sino también los medios de prensa. Fue muy difícil hacer que responda mis mensajes e incluso me amenazó con no volverme a hablar si es que hacía algo que otro medio hizo. Mis palabras eran criticadas con justa razón, ya que otro “periodista” había dicho lo mismo con tal de sacar su exclusiva y no le interesó lo que ella quería transmitirle.
A pesar de que quería ayudarme a escribir mi artículo, la última frase que me dijo me marcó lo suficiente como para no hacerlo y dejarla en paz: “solo quiero vivir una vida normal”. ¿No es acaso lo que todos queremos? La fama a veces puede ser muy destructiva y todos los días así lo demuestran actores, cantantes, artistas y demás que no pueden cambiar a su audiencia, lo único que pueden hacer es aceptarlo y vivir con ello.
Pero Remilia no pudo y tampoco debería haberlo hecho. Ella no pidió que la enfocaran ese día en el Challenger Series. Ella no quiso que el mundo cuestionara su sexualidad y que ese tema se convirtiera en el principal centro de conversación por encima de sus habilidades como jugadora profesional. Ella no pidió ser reconocida como la primera mujer en participar en la LCS NA de League of Legends. Lo único que quería era tener una vida normal y crecer como todos nosotros.
Aún nos queda mucho por aprender como comunidad en los esports, pero en específico nos falta empatía con el otro. Muchos “trolls” de Internet se escudan detrás de una pantalla y un nickname para hacer cualquier tipo de comentario, y por propia definición de los deportes electrónicos estos abundan entre las “gradas” de Internet.
Muchos admiraban a Remilia y varios equipos la consideraban como una posible coach o jugadora profesional en sus escuadras, pero más pesaba el constante bullying público que le hacían en las redes sociales que las palabras de apoyo de sus compañeros y fanáticos, algo lógico considerando que por cada mil acosadores había una persona que le brindaba palabras positivas.
Lo único que puedo pedir a todos los que quieran ver este mundo crecer es respeto y apoyo. Remilia solo fue una de las tantas personas que sufren a diario bullying o que tienen miedo de ello y por eso no quieren sacar a lucir sus habilidades. Puede que nunca se eliminen las bromas fuera de lugar o los comentarios “trolls” de Internet, pero si podemos disminuirlo para brindar un espacio público más acogedor para todos.
De la misma manera, para aquellas personas que tengan miedo de este mundo o no crean que puedan tener la fuerza de superar el bullying cibernético, solo puedo recomendarles que se apoyen de sus seres queridos, las personas más cercanas y que se rodeen de comentarios positivos para superar cualquier obstáculo en este ajetreado camino de los esports.
No hace falta decir que la profesionalidad de los periodistas en este rubro debería ser igual de exigente que en cualquier otro, ya que no se trata de reproducir una noticia o los comentarios que se lean en Internet, sino hacerlo de una manera imparcial considerando el impacto que ello tendría tanto en los espectadores como en el protagonista del artículo.
Sueño con ver los esports crecer en mi país y en Latinoamérica. Por ello también escribí este artículo, porque Remilia compartía este sueño y durante sus últimos meses de vida vio el potencial que tenía la región para los deportes electrónicos. Así como nosotros, muchos otros trabajan a diario por esto y sé que ninguno descansará hasta ver que todos por igual puedan explotar su potencial en los esports como Remilia nunca pudo. Descansa en paz, María.