La proliferación del discurso de odio y el ciberodio en línea plantea desafíos significativos para la sociedad contemporánea. En un entorno digital donde la expresión es libre y la interacción es instantánea, es fundamental abordar estas conductas inapropiadas que pueden tener graves repercusiones tanto a nivel individual como social.
Según la compañía de ciberseguridad ESET, es esencial comprender que el ciberodio y el discurso de odio en línea constituyen delitos según el derecho internacional. Para abordar este problema y educar a los más jóvenes sobre cómo comportarse adecuadamente en Internet, la empresa comparte estrategias a través de su iniciativa Digipadres.
“Internet constituye un vasto espacio donde los niños pueden desarrollarse y ampliar sus conocimientos. No obstante, también alberga sitios que difunden odio y propaganda. ¿Por qué sucede con tanta facilidad? Cuando las personas están online, su comportamiento difiere del mundo físico. Tienden a actuar impulsivamente y están sujetas al efecto de desinhibición. Están menos atentas a las normas sociales, lo que permite que la agresividad fluya con más facilidad. Por lo tanto, es más probable que la gente participe en la difusión del odio cuando es online”, señala Camilo Gutiérrez Amaya, jefe de Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.
ESET identifica diferentes tipos de comportamientos inadecuados en línea, incluyendo el discurso de odio, definido por la Red Internacional contra el Ciberodio como declaraciones públicas discriminatorias y/o difamatorias, así como la incitación al odio y/o la violencia. El ciberodio, expresado a través de medios electrónicos, se clasifica como discurso de odio online. Aquí compartimos las diferencias.
- Discurso de odio: la Red Internacional contra el Ciberodio lo define como declaraciones públicas, ya sean intencionadas o no, discriminatorias y/o difamatorias; incitación deliberada al odio y/o la violencia y/o la segregación basada en la raza, etnia, lengua, nacionalidad, color de piel, creencias religiosas o su ausencia, género, identidad de género, sexo, orientación sexual, creencias políticas, condición social, nacimiento, edad, salud mental o física, discapacidad, enfermedades reales o percibidas, de una persona o un grupo.
- Ciberodio: discurso de odio expresado a través de medios electrónicos (por ejemplo, mensajes SMS). Si ocurre en Internet, se clasifica como discurso de odio online.
- Acoso cibernético: UNICEF lo define como acoso por medio de las tecnologías digitales, incluyendo las redes sociales, las plataformas de mensajería, las plataformas de juegos y los teléfonos móviles; comportamiento que se repite y que busca atemorizar, enfadar o humillar al destinatario; a diferencia del discurso de odio, el acosador no discrimina a su víctima en función de su identidad, por lo que no todo el acoso cibernético se considera ciberodio.
La psicóloga infantil Jarmila Tomkova advierte sobre las consecuencias del ciberodio, que pueden ser más perjudiciales que el discurso de odio offline debido a la velocidad con la que se propaga en Internet. Este tipo de comportamiento no solo afecta a la víctima individualmente, sino también al grupo al que pertenece y a la sociedad en su conjunto al fomentar una cultura de odio e intolerancia.
Cómo enfrentar el discurso de odio online y offline
En la lucha contra el discurso de odio y el ciberodio, es esencial que los más jóvenes aprendan a intervenir, contribuir a calmar la situación y terminar la conversación con un hecho objetivo. A menudo, incluso los espectadores se sienten amenazados y se suman al lado del agresor, quien suele ser la figura más poderosa. Es crucial explicar por qué es fundamental no apoyar al agresor, sino respaldar a la víctima.
Cuando se presencia un discurso de odio, expresar desacuerdo y acompañar a la víctima es primordial. Es importante asegurarse de que la persona afectada no se sienta sola, ofreciendo apoyo y alentándola a buscar ayuda, ya sea compartiendo sus sentimientos con sus padres o acudiendo a recursos seguros como líneas de ayuda telefónica o consultas con un psicólogo.
En entornos escolares, los incidentes deben ser reportados primero a las autoridades educativas, quienes tienen la responsabilidad de combatir el acoso y el odio, garantizando la seguridad de los niños. Luego, el personal docente o el director deben contactar a los padres y, en casos graves, a las autoridades policiales. Para facilitar la denuncia, se sugiere la implementación de buzones anónimos.
Es crucial enseñar a los jóvenes a no reaccionar con “me gusta” ni emojis al odio cibernético, ya que estas acciones solo propagan el discurso negativo. En cambio, se debe optar por una narrativa alternativa y cerrar la conversación con un hecho objetivo. Es importante explicar a los niños por qué no deben ignorar estas situaciones en Internet.
Si se encuentran con ciberodio, es recomendable tomar capturas de pantalla y denunciar el incidente a los administradores de la plataforma. Cuantas más denuncias reciban, mayor será la probabilidad de que se aborde el problema. También se puede bloquear al agresor y explicar a los administradores la razón. En casos graves, se debe denunciar el incidente a las autoridades correspondientes.
Si tu hijo o hija es víctima de odio, es esencial fomentar la comunicación abierta y escuchar sus sentimientos con atención. Mostrar preocupación, tomar en serio la situación y buscar ayuda psicológica si es necesario. Como adultos, se debe denunciar el incidente y crear un entorno seguro mientras se brinda apoyo emocional. Además, es fundamental explicar por qué el discurso de odio no tiene cabida en conversaciones justas y permitir que los jóvenes sean modelos a seguir para los demás.