Triple H es un hombre de palabra, y si promete eliminar a alguien lo hará. Su influencia en la WWE es de temer, tanto que tiene la potestad de coronar a uno y desprestigiar a otro. Kevin Owens fue, en este caso, un peón más de su plan maestro.
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Es conocida la rivalidad entre Triple H y Roman Reigns. El samoano le arrebató el título de la WWE y desde entonces 'The Game' no aparece en el ring. Sus constantes roces han hecho que el exmiembro de The Shield no sea un personaje grato para los ojos de La Autoridad.
Seth Rollins, en cambio, era el engreído del grupo. Bueno, hasta que este se rebeló en su regreso. Aseguró que no necesitaba ayuda de nadie para ser campeón, y ayer, en la noche del Raw, pagó caro sus comentarios.
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Big Cass no está en la lista negra pero su inexperiencia hace que Triple H aún no confíe en él para ser el campeón de la WWE. Kevin Owens era la única opción para llevarse el cinturón.
Pero los favores que hace Triple H se pagan caro. Lo más probable es que el excampeón de NXT tenga que defender su título en el próximo PPV y, quién sabe, quizás contra el mismo luchador que lo ayudó a obtenerlo.
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