Luis Alayza: "Siempre soñé con que un auto de tracción simple gane la general, y de puro necio lo he logrado”

‘Lucho’ Alayza nunca subió de categoría a pesar de estar en desventaja, y a punta de sacrificio y talento, gritó campeón.

Con apenas 18 años, en 2004, tuvo un debut soñado en Caminos del Inca, al convertirse en el copiloto más joven en ganarlo. Quince años después ha vuelto a ser el más veloz del rally de mayor prestigio en el Perú, solo que, esta vez, con el volante en sus manos.

“En los últimos ocho Caminos que he corrido, gané seis veces mi categoría. Siempre soñé con que un auto de tracción simple triunfe en la clasificación general, y de puro necio lo he logrado”, nos contó el heredero de quien fue tricampeón del rally, ‘Luchón’ Alayza (la última, en 2004, con su hijo al lado).

Se sufre, pero se goza

Su habilidad –como ya vimos, inculcada desde la cuna– lo llevó al segundo lugar cuando empezaba la quinta y última etapa. A bordo de un coche de categoría RC2, el más potente de la carrera, Richard Palomino le sacaba 35 minutos. Pero el campeón defensor se chocó, Alayza –quien corrió en Súper Turismo– se puso a 30 segundos y Palomino, al acelerar, se despistó.

Luego de semejante remontada, ‘Lucho’ avanzó tranquilo, a tal punto que bajó cambiar una llanta que sintió desinflada. Al cruzar la meta, no vio flamear la bandera a cuadros: Víctor Cárdenas, quien venía detrás, había sido más rápido y se había llevado el título.

“Me sentí feliz por Víctor porque es mi amigo, pero no lo podía creer. Para pasarme había tenido que inspirarse realmente. En ese instante, sentía que haber cambiado mi llanta era como un autogol a los 97 minutos de la final del Mundial”, recuerda el piloto de Toyota.

Después de unas horas de angustia y reproche, Alayza entendió qué había sucedido. Cárdenas no respetó los 10 minutos que debía quedarse en una zona de control, y fue penalizado. “Aun si no lo hubiesen castigado, pero respetaba sus 10 minutos, yo hubiera llegado más rápido. Nada cambia”, dijo.

Así, ‘Lucho’ cumplía la promesa hecha a Ive Bromberg, copiloto eterno de la familia Alayza, quien lo iba a compañar pero falleció en en enero. “No habrá mejor triunfo en mi carrera deportiva: gané Caminos del Inca al fin, y lo hice para mi amigo”, concluye. 

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