Sacan tiempo de donde no tienen. Reparten sus horas entre las canchas y el cuidado a sus hijos. Por esos motivos, Claudia Suárez, Paola Gil y Cindy Calle son consideradas símbolo de perseverancia y amor, porque representan al universo de madres que lucharon por convertirse en atletas de alto rendimiento, cumpliendo con la exigencia en ambos roles.
En la víspera del Día de la Madre, Claudia Suárez, medallista de oro en los Juegos Panamericanos Lima 2019 en paleta frontón; Paola Gil, seleccionada nacional de esgrima; y Cindy Calle, reconocida exponente de vóleibol playa, revaloran la presencia femenina en el deporte y destacan el empuje y coraje que le dan de ejemplo a sus hijos, en el deporte y en su vida.
“Yo competía a nivel profesional y tuve la oportunidad de ser madre. Recuerdo que llevaba a Matías a mis competencias, cuando él tenía un añito. Aprendí a pasar tiempo con mi hijo en las mañanas, por las tardes el entreno y luego mi trabajo como profesora, dando clases particulares. Hoy Matías ya tiene 16 años, el tiempo se pasó volando”, afirma Suárez, quien a sus 53 años sueña con seguir regalándole medallas al Perú.
En esa misma línea, Calle comenta que ser mamá y deportista son dos etapas que se complementan. Recuerda que, luego del nacimiento de su hijo Noah, ella decidió intensificar sus entrenamientos para convertirse en una de las mejores deportistas. Luchó contra el tiempo, superó lesiones y encontró la fórmula para llegar con energías a casa a seguir jugando con su engreído.
“Pasaré un Día de la Madre distinto, por la pandemia, pero feliz por tener a mi hijo al lado. Es difícil ser mamá y deportista. Superar los obstáculos, te hace más fuerte y hay que tener mucha paciencia. Yo lo llevaba a mis entrenamientos y lo colocaba en una colchoneta. Ser mamá me cambió la vida”, asevera la voleibolista, que vive enamorada de Noah, su hijo de 6 años.
La esgrimista, Paola Gil, recuerda con nostalgia el momento en el cual se vio obligada a abandonar Venezuela después de 20 años, con el objetivo de buscar suerte en tierras peruanas. Ella, además, tuvo que dejar a Sharlot, su hija de 5 años.
“Soy peruana por mi padre, pero viví siempre en Venezuela. La situación en el país me obligó a salir disparada. Fue así como, primero, me fui a Ecuador, con tan solo 20 dólares en el bolsillo. No duré mucho y vine a Lima. Las puertas se me abrieron aquí y no dudé en traer a mi niña. Ahora, yo la incentivo a practicar la Esgrima. A lo mejor nos representa en el futuro. Quiero llevarla conmigo de la mano, para cumplir juntas este sueño”, agrega Paola Gil.
Paola, luego de sumar una experiencia importante en los Juegos Panamericanos Lima 2019, no descansará hasta clasificar a unos Juegos Olímpicos. Iniciará un nuevo ciclo, con el optimismo de representarnos en París 2024. Ella tiene 27 años y apunta a lo más alto.
Por otro lado, las destacadas atletas peruanas reafirman que el deporte se convirtió en el vehículo transmisor de valores para sus hijos y en la expresión necesaria para generar futuras generaciones. “Ahora que somos madres tenemos la esperanza de ver crecer a nuestro deporte”, coinciden.
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