Empecemos por LeBron James. Pudo ser un gran receptor en el fútbol americano. El deporte no era solo una pasión, también fue un escape a la realidad que vivía al lado de su madre Gloria. LeBron creció sin una figura paternal, quien lo abandonó –por problemas con el alcohol- cuando recién nació en 1984 en los barrios marginales de Akron, una ciudad de más de 200 mil habitantes en Cleveland.
A los 16 años, Gloria criaba sola a LeBron hasta que un día sintió que debía haber una figura paternal que pueda ayudar a su hijo. Primero fue Eddie Jackson, un muchacho que se llevaba bien con la estrella de los Cavaliers, pero que después fue llevado a la cárcel por tráfico de cocaína. Luego apareció Frankie Walker, su mentor de chico y acaso el hombre que más influencia tuvo en LeBron. Él le recomendó no faltar al colegio, lo guío en el baloncesto y hasta ayudaba económicamente a Gloria para la manutención del departamento que alquilaba con LeBron.
Los hijos de él fueron los primeros amigos que tuvo la figura de los Cavaliers y que lo ayudaron a calmar esa timidez que tenía cuando recién cumplía los nueve años. LeBron, unos años después, tuvo una adolescencia más firme y segura con respecto a su infancia y pudo destacar en el básquet escolar en Cleveland. De ser un chico ninguneado en varias partes de su ciudad pasó a ser uno de los amados cuando llegó a los Cavaliers. LeBron pudo hacerse un nombre en la NBA, su camiseta es una de las más vendidas en la actualidad y el resto de la historia es conocida.
LeBron siempre ha dicho que quiere ser el mejor de la historia. Hoy se encuentra encaminado a su cuarto anillo. A los 32 años, ‘El Rey’ quiere seguir haciendo historia en Cleveland, algo sin precedentes en una ciudad que esperó que emergiera alguien como él.
Ahora vamos con Stephen Curry. Ha nacido en el mismo hospital (Akron General Medical Center) que LeBron, pese a que luego fue criado en la ciudad de Charlotte cuando su padre Dell formaba parte del plantel de los Hornets del ahora dueño Michael Jordan. Curry siempre estuvo ligado al mejor básquet del mundo. Una foto de hace veintitrés años lo muestra al lado de Dell y del ya fallecido Drazen Petrovic, el único basquetbolista de la historia que quizás pueda competirle en los triples. Formado con valores religiosos, Curry conoció a su esposa Ayesha en una iglesia a los 15 años y dos años después no recibió ninguna beca deportiva de las principales universidades de Estados Unidos. Quiso entrar a Virginia Tech, institución en donde se conocieron sus padres, pero terminó asistiendo a Davidson College porque no le garantizaron un lugar en el equipo por una capacidad física que los entrenadores privilegiaban y no venían desarrollar en él.
Después de brillar durante tres temporadas llegó la NBA. Su padre hablaba de que podía ser fichado por los Knicks, pero finalmente fue elegido por los Warriors. En California, Curry entrena casi todos los días, encesta entre 200 a 350 triples al día y cuando cuenta con tiempo libre, llega hasta los 500. Incluso se habla de que en un entrenamiento marcó hasta 77 seguidos.
Ahora en las finales, Curry quiere ganar otro título para él como para su padre, la persona que más admira en todo el mundo. De alcanzar o no de nuevo la gloria bajo el mandado de Steve Kerr, probablemente viaje en unos días a Tanzania donde regala un mosquitero por cada triple que marca en la temporada para las familias en un campamento de refugiados en Nyarugusu. Ese es Stephen Curry, el hombre que desafiará otra vez a LeBron James.