La valla más alta de Kimberly Cardoza: el día que abandonó en Cochabamba y se recuperó en 10 minutos

Récord nacional en 400 metros con salto de vallas, Kimberly Cardoza, vivió el peor ‘debut’ posible en Odesur 2018. Se secó las lágrimas, logró medalla en otra prueba, pero su revancha definitiva llegará en Lima 2019.

¿Qué es ser valiente? Existen actitudes impropias de una persona valiente, llena de coraje, pero llorar no es una de ellas. Llorar no solo te desahoga, sino que te despeja de muchos pesares y, muchas veces, te hace afrontar lo que viene desde otra perspectiva. Como le sucedió a Kimberly Cardoza aquel 7 de junio, durante los Juegos Odesur Cochabamba 2018.

Rompedora de récords en heptatlón por cinco años consecutivos, la atleta nacional de 1.73 de estatura cambiaba de rubro para concentrarse solo en las pruebas con vallas y representar al Perú internacionalmente. Punto aparte, esta decisión que no fue fácil y convergieron muchas circunstancias, como la recomendación de un entrenador uruguayo (Andrés Barrios, el mejor en su especialidad en el país oriental) que en 2017 le dio el primer aviso de que lo suyo era las vallas.

Al mismo tiempo, un estadio municipal de Barranco que no contaba con los implementos necesarios para practicar el heptatlón y una Federación absorta en otras prioridades, que no brindó el apoyo indispensable para que pueda continuar en esa prueba. Pero de las crisis nacen las oportunidades, y también las estrellas de las pruebas de salto con vallas.

“Estuvimos así un año, hasta que fue el Campeonato Nacional y equiparon todo el estadio con lo necesario. Competí y solo me concentré en las vallas. No rompí ningún récord nacional porque fue mi primer torneo en esa prueba. Pero en mi segunda competición, el Grand Prix de Lima, rompí la marca. Y en la tercera, el Iberoamericano de Trujillo, volví a batirla”, resalta ‘Kim’, como afectuosamente la llaman sus más allegados.

Hablemos de tiempos. En esa primera carrera de 400m con vallas registró 01:02, un poco lejos de los 01:01:18 del récord nacional que Maitte Torres había conseguido, en 2015. Pero, como la guerrera que es, no pararía hasta romperlo en dos ocasiones. En el Grand Prix hizo 00:59 y luego, en el Iberoamericano, decretó el que sigue siendo el actual récord nacional: 00:58:36.

Llena de confianza, habiendo rebajado el récord en solo seis meses de entrenamiento, Kimberly Cardoza llegaba a los Juegos Odesur, en mayo de 2018. “Había mejorado demasiado. Lo normal en una corredora es que deba entrenar un año para bajar el minuto, pero yo fui la primera mujer en superar esa marca en solo seis meses. Mi entrenador, mis padres, la Federación, todos tenían muchas expectativas en mí y me pasó eso. Fue un supergolpe”, lamenta.

Vale aclarar que Kimberly, al haberse especializado en heptatlón, estaba acostumbrada a hacer una prueba que duraba dos días, en la que en cada atleta tiene tres intentos para mejorar las marcas que hace. “En esta no –explica con prisa, denotando cuánto le dolió dicho episodio–. Es una y en menos de un minuto. Fuimos solo ocho competidoras, así que se hizo una sola carrera, final única. Y así pasó. No supe cómo lidiar con eso”.

‘Kim’, entonces, llegó a preparadísima a Cochabamba, para participar en los 400m con vallas. Se puede decir que se trataba de su debut internacional, pues era la primera vez que se presentaba ante un estadio totalmente copado y que los deseos de victoria eran tan grandes. Su ascenso en esta prueba había sido de una dimensión tan grande, y tan veloz, como lo fue su derrota aquel día.

La dueña del récord nacional en el Perú no llegó a las primeras vallas como lo había planeado. En esta prueba, ‘llegar a una valla’ significa entrar con determinada pierna –izquierda o derecha, según la planificación de cada atleta– para no perder el ritmo y mantener la velocidad. Y luego de cinco vallas (de las 10 que tiene la prueba), todo terminó: “Mientras corría, me asusté. Hasta que no pude más, me frustré, y me fui”.

Por primera vez en su vida, Kimberly Cardoza había abandonado una prueba. Es inimaginable cuántas cosas y con qué velocidad pasaron por su cabeza, pero todo desembocó en un inevitable llanto de desahogo. Pero esa, la valla más alta que debió saltar, lo hizo con valentía y aplomo: “Solo tuve 10 minutos para llorar porque tenía que salir a correr la posta 4x100. Y fue tal cual, lloré lo que tenía que llorar, me sequé y salí, prometiéndome que nunca más me saldría de una prueba”.

Lo que pasó después da muestras de lo que es su espíritu como atleta. Era la rematadora de una posta con chicas con las que nunca había corrido. La presión estaría sobre ella y su capacidad de aceleración Y el resultado fue más que positivo. Quedaron terceras, pero el equipo boliviano fue descalificado por doping, así que Perú terminó ganando la medalla de plata.

Ha pasado poco más de un año. Y aunque ese subcampeonato en postas fungió de revancha, la verdadera reivindicación de Kimberly viene ahora, en los . De nuevo a estadio lleno –incluso con más gente–, pero con público local. “Mi objetivo es romper el récord nacional”, afirma, sin titubeos, nuestra atleta, quien participa de la campaña ‘Mujer peruana, mujer insuperable’ de Metro.

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