Kimberly García, la marchista peruana que clasificó a Tokio 2020 "sin sentir una pierna"

A una semana de la prueba, Kimberly García se lesionó. Pero no hizo caso a quienes le recomendaron parar y así marchó, logrando, contra todo, su boleto a los Juegos Olímpicos. En Lima 2019 es candidata.

Los doctores son la voz de la conciencia de los deportistas de alta competencia. Están para curarlos, pero prevenirlos sobre todo, asegurándose de que sigan el tratamiento, tomen las medicinas. ¿Pero quién obedece a su voz interior todo el tiempo? En la vida cotidiana, 'el que no arriesga no gana' es un consejo. Entre los atletas, un imperativo.

En abril, a 7 días de la Copa Panamericana de Marcha Atlética, donde pelearía su cupo para el Mundial de Atletismo y los Juegos Olímpicos Tokio 2020, se hallaba en ese dilema. Un dolor intenso en el lado izquierdo del glúteo –músculo piramidal– le impedía entrenar con el rigor que tales objetivos exigen.

"Estaba concentrada en Tumbes. Faltaba una semana para la competencia en México y el entrenamiento estaba en su etapa más dura. El 'profe' nos mandaba a marchar una cantidad de kilómetros y lo debíamos hacer lo más rápido posible, en un tiempo determinado. Son sesiones de gran intensidad y explosivas. En ese momento empezó el dolor", recuerda la marchista.

Evidentemente, acudió al fisioterapeuta. A varios, en realidad. En su natal Huancayo le dijeron lo que no quería escuchar. En Lima, también: era necesario bajar la carga de entrenamiento. "Yo les dije que no, que era imposible. Si la disminuía no iba a llegar en las mejores condiciones a México", respondía ella. Incluso preguntó si le podían hacer la punción seca –tratamiento con agujas para relajar el músculo–. Los doctores le dijeron que si le aplicaban ese tratamiento, corría el riesgo de que quedé muy adolorida y ya no pueda correr en tierras mexicanas, que era mejor que vaya con ese dolor y al regreso la iban a tratar.

Según le explicaron los especialistas, la lesión brotó por un paso en falso con la pierna izquierda. Adolorida, ‘Kimy’ –como la llaman sus familiares y amigos– no podía dar un segundo paso equivocado. La conciencia le pedía precaución. El corazón y la cabeza, que arriesgue. Que lo dé todo, como ha sido siempre en sus 25 años. Una actitud que la ha llevado a ocupar el noveno lugar del ranking mundial en marcha de 20K.

¿Hace falta precisar qué decisión tomó? "Siempre que estiraba la pierna había dolor. Cada sesión era un nuevo desafío de resistencia. Aunque estaba con antiinflamatorios y terapia, el dolor no bajaba”, rememora. Así llegó el gran día.

Se sufre, pero se goza

Desde el primer paso, García salió acelerada. En su mente solo había espacio para vislumbrarse a sí misma festejando el cupo al Mundial y a su segunda cita olímpica. Sin embargo, no pasaron muchos kilómetros para que el dolor, como ese huésped que no quieres recibir, se haga presente. "No me permitía estirar la pierna", recuerda 'Kimy', quien marchaba preocupada porque ello podía ocasionar que cometa una falta.

"A medida que avanzaba –prosigue García– el dolor se intensificaba más y más, pero ya había marchado más de la mitad de la competencia. No podía parar. La adrenalina y mis deseos de ganar me mantenían de pie, a pesar de que en los últimos kilómetros se sentía bastante fuerte, casi insoportable. Ni siquiera sentía la pierna".

Durante 1 hora, 29 minutos y 33 segundos, Kimberly vivió un auténtico calvario. Como si alguien la hubiese puesto a prueba –algún Dios del Olimpo acaso, caprichoso antes de permitirle el ingreso– para comprobar sus agallas. Pero esta peruana de 25 años, nacida y criada en Huancayo, es de acero: no solo no paró –"nunca fue una opción", resalta ahora–, sino que ganó la competencia.

La que ella describe como "una victoria mental" fue también increíblemente física. En ella, superó en un minuto y medio la marca que exige el Comité Olímpico Internacional (COI) y pulverizó –cuatro minutos menos– el mínimo que la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) exige para otorgar un cupo al Mundial.

Y sin la lesión, quién sabe cuánto más rápido hubiese llegado. "Ese dolor me impidió muchísimo", recuerda ahora la deportista del equipo Unacem, feliz por la clasificación, orgullosa de su aguante, aunque algo molesta por la ocasión perdida.

Casi recuperada por completo, en estos días se prepara para saldar una vieja deuda: los Juegos Panamericanos, pues en Toronto (2015), habiendo marchado en el pelotón de arriba hasta los 15K, se deshidrató por el calor y fue perdiendo terreno, acabando en quinto lugar. Lima, su casa, quiere ver una histórica revancha. "El objetivo –asegura– es lograr una medalla".

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