A los cinco años, cuando la mayoría de niños y niñas están por entrar al colegio y sueña con ser doctor, bombero, astronauta, incluso presidente, Kimberly García ya tenía en mente qué quería ser de grande: la mejor en atletismo. A esa edad, su prima Minerva de 15 la había llevado a su entrenamiento de marcha en Huancayo y ‘Kimy’, como buena ‘alumna’, imitó todo lo que hacía ella. Le gustó lo que vio y se mentalizó en aprender bien la técnica. 24 años después, es una de las finalistas a mejor atleta del año en el mundo.
Su primer logro llegó a los 9, cuatro años después de ‘enamorarse’ de la marcha atlética. Ganó su primer torneo regional y fue en ese momento que le dijo a su papá que quería llegar a unos Juegos Olímpicos y ganar. Kimberly no sabía qué le iba a deparar el destino, pero ya soñaba en grande. A los 13, representó al país en un Sudamericano de menores en Bolivia, si bien no logró el podio, esto la motivó a continua. No se dejó vencer y, con el apoyo de su familia, siguió adelante.
A tan corta edad, ‘Kimy’ ya demostraba ese espíritu aguerrido y tenaz que florecía dentro de ella. Ese mismo que, a pesar de no haber ingerido geles ni hidratantes, la hizo llegar a la meta en los Juegos Panamericanos 2015. Llegó desmayada, con la mente en blanco sin recordar cómo había terminado la competencia (fue quinto puesto). Avanzó sin saber cómo a punta de corazón.
Siete años después, ese mismo espíritu la hizo acreedora, en menos de una semana, de dos títulos mundiales (20 km y 35 km). Récord nacional, primera medalla mundial para el Perú en atletismo y récord sudamericano de 35 km. 1h26m58s en la primera prueba (20 km) en el Mundial de Oregón y 2h39m16s en la segunda competencia (35 km). Dos oros que le permitieron hacer historia en el deporte nacional y dejar atrás esas lágrimas de frustración por la falta de apoyo y la idea de retirarse hasta en dos oportunidades. Su familia fue su sostén emocional que hoy también goza de sus triunfos.
24 años de carrera ven hoy su mejor reconocimiento: Kimberly fue seleccionada como una de las cinco finalistas por la World Athletics, junto a la venezolana Yulimar Rojas (medallista de triple salto), la jamaiquina Shelly-Ann Fraser-Pryce (campeona de 100 mts), la estadounidense Sydney McLaughlin (400 mts con vallas) y la nigeriana Tobi Amusan (100 mts con obstáculos). Las votaciones cerraron el 31 de octubre y la decisión final se conocerá el 5 de diciembre. Sea cual sea el veredicto, ‘Kimy’, para nosotros, sin duda es la mejor de todas.
Female Athlete of the Year Finalist ✨
— World Athletics (@WorldAthletics) November 14, 2022
Kimberly Garcia 🇵🇪
Find out who will be crowned winner at the #AthleticsAwards on 5 December 👑 pic.twitter.com/b1NRBLR8jP
Con lo que pudo
“Es extraño lo que le ha pasado. Ella ha competido en condiciones más duras”, dijo su entrenador Pedro Cañizares hace siete años, cuando Kimberly García llegó a la meta en los Panamericanos de Toronto 2015. Fue quinta, pero ‘Kimy’ no recuerda cómo traspasó la línea final. Cuando recobró la conciencia, estaba en una camilla, recibiendo oxígeno. Se había desmayado producto del desgaste físico.
Los primeros 15 kilómetros, estuvo en el pelotón de adelante, pero cuando faltaban 5 km, fue cediendo terreno hasta llegar desvanecida a la meta. ¿El problema? No había consumido geles ni hidratantes necesarios para la alta competencia. No fue por descuido, sino por desconocimiento, tampoco tenía en ese momento el respaldo necesario de las entidades deportivas: IPD, Federación Peruana de Atletismo ni Comité Olímpico Peruano.
La falta de apoyo por parte del Estado fue siempre un problema para Kimberly. De chica, usaba zapatillas de 25 soles para entrenar, pero las ampollas le causaban mucho dolor. Sus padres hicieron un esfuerzo para conseguirle un buen calzado. “Mis zapatillas, en dos semanas, se hacen hueco. En Huancayo se destrozan al toque. Necesito siquiera cuatro pares al mes porque entreno en la mañana y en la tarde, y no puedo usarlas rotas porque causan lesiones. Cada par está 500 soles. Es un gasto”, contó.
No solo era el problema del calzado, también necesitaba ropa de entrenamientos, indumentaria para competir, alimentación especial, suplementación, pasajes ,y bolsa de viaje para las bases de entrenamiento y distintas competencias alrededor del mundo. Por mucho tiempo, Kimberly no tuvo el respaldo financiero necesario, por parte del Estado o empresa privada, pese a ello siempre representó al país con el máximo orgullo. Hoy que los tiempos son mejores en todo sentido, sigue dejando en alto la bandera nacional.
Una decisión dolorosa
La falta de apoyo colmó la paciencia una vez de Kimberly García. La marchista había quedado puesto 14 en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Si bien era la mejor participación peruana en la cita, ‘Kimy’ no estaba contenta con su desempeño, sabía que podía dar más, pero sin todas las condiciones, el resultado no se iba a dar. Tras llegar a la meta, y con toda la sensación de impotencia, estaba dispuesta a retirarse del deporte por el poco acompañamiento de la empresa privada y nacional.
“Alguna empresa o sponsor que se haya sumado a este sueño no ha habido. He mandado mi currículum, pero no dan respuestas. Ya me cansé de pedir apoyo. Me tengo que financiar todo. Si las empresas dan un tipo de apoyo y se suman a este otro ciclo olímpico, bienvenido sea, y puedo replantearme seguir. La marcha es mi pasión, pero uno no vive de esto. Tengo que ponerme a estudiar. Si fuera solo del deporte, me muero de hambre. Doy todo por el Perú, pero el apoyo tiene que venir, si queremos conseguir algo grande”, declaró en ese momento.
Luego de conversar con su familia, ‘Kimy’ decidió dejar la marcha y retomar sus estudios de odontología, los cuales los había dejado para dedicarse al atletismo. No era lo que quería del todo, pues la marcha era su vida, pero tenía que aceptar que no estaban dadas las condiciones para seguir apostándolo todo al deporte. Un mes después de esa decisión, recibió una llamada de una empresa privada dispuesta a apoyarla. Kimberly sabía que tenía un intento más para seguir con su sueño.
En 2017, García logró el primer lugar en el Challenge Marcha en Ruta y la medalla de plata en los Bolivarianos de Santa Marta. Las marcas empezaban a verla más seguido en los podios y con ello llegaron los auspicios. Sin embargo, un segundo ‘bajón’ llegó en 2021. La pandemia había afectado a todos, y los deportistas no fueron ajenos a ello. Los Juegos Olímpicos se tuvieron que postergar por un año y la falta de competencias generaba ansiedad y desesperación para los atletas.
Kimberly, que venía de un gran 2019 luego de quedarse con la medalla de plata en los Panamericanos de Lima, vio como su nivel se cortó por la pandemia. Si bien ya estaba clasificada a los Juegos Olímpicos, en Tokio 2021 no le fue bien. Era una de las principales cartas peruanas en el evento, pero ‘Kimy’ no pudo terminar la prueba. Fue un golpe anímico, era una competencia por la que se había preparado tanto. Pensó nuevamente en el retiro, pensó en dejarlo todo y dedicarse a otra cosa.
En ese momento ya no estaba estudiando odontología, sino administración. Entró en depresión y pensó ya dedicarse a su carrera, pero su familia nunca la dejó ¿caer’; por el contrario, la levantó y le dio ánimos para continuar con sus objetivos. “Fuimos nosotros quienes le dijimos que tiene que seguir buscando sus sueños, que no tiene que dejarse derrumbar; son tropiezos que pasan en la vida y hay que continuar”, contó su madre, Gabriela León, hace unos meses en RPP.
Kimberly se sintió respaldada por sus principales fans, su familia, por lo que no tiró la toalla tras ese 2021 y siguió adelante. El tiempo le dio la razón: este año fue tercera en el Mundial de Marcha y doble campeona mundial en Oregón. Una historia de superación y orgullo que ‘Kimy’ sigue escribiendo en cada competencia que marcha.
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