Al maestro lo hace la práctica, pero esta puede llegar a ser un arma de doble filo. Si bien es cierto que si uno no practica no alcanza la excelencia, para un deportista de élite la sobrecarga de entrenamiento, el ‘exprimir’ al máximo los músculos, puede resultar contraproducente. A veces las ansias y el deseo de mejorar son gigantes, pero hace falta mesura y saber dosificar.
Ese es el caso de Luis Pizarro, gimnasta peruano y capitán de la selección de gimnasia artística que por poco se queda sin competir en los Juegos Panamericanos 2019 tras sufrir una dura lesión en la muñeca. Esta se originó de tanto practicar con el arzón (un aparato de la gimnasia artística, compuesto por un lomo elevado sobre el que se ensamblan dos arcos transversales). Debajo, la imagen para una mejor referencia.
Esta lesión a la muñeca fue la consecuencia de otro golpe. Cuando competía en el Sudamericano de Gimnasia de 2017, Luis Pizarro sufrió una contunción en la rodilla luego de una mala caída. Finalizada la competencia y luego de unos exámenes, se le dijo que no debía hacer nada de piernas, como saltos o movimientos de suelo, hasta su recuperación.
Pero como en la gimnasia artística hay diferentes bloques, y no en todos las piernas resultan fundamentales, el capitán de la ‘sele’ no se quiso quedar sin entrenar y aprovechó los aparatos de tercio superior, como las barras paralelas, los anillos, la barra fija y el arzón. En especial este último, su favorito.
Mientras se recuperaba de su lesión a la rodilla, Luis Pizarro entrenaba mañana, tarde y noche en el arzón. Si bien se necesita tener las piernas juntas y moverlas en forma de molino, la base del éxito en este aparato es la fuerza de las extremidades superiores. Sobre todo, de las manos, con las cuales se cogen los anillos.
Por algunos meses, Luis solo se enfocó en perfeccionar su rutina en el arzón, y fue ahí cuando las molestías empezaron. En un entrenamiento en Colombia, en enero de 2018, sintió dolor en la muñeca. Allá le dijeron que podría ser una tendinitis, así que sacó resonancias. ¿El diagnóstico? Una pequeña perforación en el el fibrocartílago triangular, un cartílago de la muñeca.
Como no era de gravedad, Pizarro se realizó una terapia con sus propias células madre para regenerar la zona y aliviar el dolor. Todo parecía estar bien, ya no había dolor y su mente volvía a enfocarse en sus entrenamientos. Compitió en los Panamericanos de Gimnasia con la selección con un objetivo claro: prepararse bien para los Juegos Panamericanos.
Pero un pequeño dolor se manifestaba en cada entrenamiento. Era como el de la primera vez en la muñeca. Primero fue leve y luego se intensificó. Llegó al punto de que ya no era como el anterior, Luis sentía que era más grave. Ya estaba por terminar el año, la terapia no servía, y su última resonancia no era alentadora.
“Tenía totalmente perforado el fibrocartílago triangular, un cartílago de la muñeca, y desgarrado un ligamento”, recuerda Luis. “Si quieres llegar a los Juegos Panamericanos tienes que operarte ahora”, le dijo el médico.
Una noticia que cerraba un año para el olvido: sin medallas para la selección de gimnasia artística, con lesiones, sin seguro de salud y, lo peor de todo, sin apoyo económico del IPD. Y es que aunque suene crudo, un deportista calificado que no logra premios o victorias corre el riesgo de perder el apoyo. Así se encontraba Luis Pizarro, era diciembre y la cuenta regresiva de los Juegos Panamericanos ya había comenzado.
Sin embargo, buscó la manera de que la Federación de Gimnasia lo apoye y le pague la operación (que costó 20 mil soles). Y de tanto insistir, entre cartas y charlas personales, lo consiguió. Todo salió bien, pero ya tenía el tiempo en contra. Ya era enero y Luis –recien operado– tenía yeso y tres clavos incrustados en la mano.
“Fue el momento más difícil de mi carrera. El doctor me dijo que en seis meses ya estaría bien, pero eso significaba que iba a perderme el Sudamericano y que mi participación en Lima 2019 estaba en riesgo. Eso me desmotivó. Después de la operación seguí igual, desganado. No tenía ganas ni de ir al gimnasio”, recuerda el atleta de 22 años.
Pero en medio de tantos problemas, y cuando parecía que perdía el rumbo, sacó fuerzas de donde tenía. Ya en mayo, sin los clavos ni el yeso, se suponía que no participaría en el Sudamericano de de Chile, en junio. Sin embargo, contra todo pronóstico y yendo dos veces al día a terapia para fortalecer al muñeca, llegó.
“En 10 días ya había recuperado el 80% de la movilidad. Mi miedo era no volver a tener el mismo rango de movimiento, pero iba muy bien. El propio doctor me dijo que nunca había tenido un paciente como yo. Era una recuperación de 6 meses que yo hice en 4”, señaló.
Si bien hubo cierto temor en su vuelta, logró superar sus miedos en el Sudamericano de Chile. Y pese a que no subió al podio, de a pocos volvió a agarrar ‘cancha’. Eso sí, en esa competencia no hizo arzón.
“Hace tres semenas que recién hago arzón. En el Sudamericano no pude por un tema de precaución. Estoy entrenado para hacerlo en los Juegos Panamericanos”, sostiene. Los dolores siguen –propios de un post operatorio–, pero no hay nada que le impida estar el 28 de julio en el Polideportivo de Villa El Salvador para hacer lo que más le gusta: la gimnasia artística, el arzón en especial.
“Estoy trabajando los seis aparatos (suelo, salto, anillos, barras paralelas, barra fija y arzón). Ya dependerá del entrenador en qué rutina me pone. Yo quiero hacer todas”, asegura. Sin duda, un escenario ideal para el gran reestreno de Luis Pizarro con su aparato favorito, ese que casi le arrebata su mayor sueño: participar en unos Panamericanos.
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