En un mundo donde el pívot y base era la posición predilecta para todos los chicos de barriadas de Estados Unidos, Michael Jordan volvió interesante un lugar que nadie tenía en mente en los 80: el escolta. Hoy, Kevin Durant no es aquel hombre -como MJ- que todos los niños desean ser ni representar en los partidos callejeros de allá. De hecho, es mucho menos que LeBron, Stephen Curry y Kyrie Irving, hombres marca si nos detenemos a observar las publicidades en las cadenas televisivas estadounidenses. Tan solo mirar sus brazos bien largos y un cuerpo que no parece acorde a su masa física y talla de 2,15 metros. Por algo él es conocido como Durantula, apodo propio de un arácnido con ese tipo de extremidades y un torso que reluce poco cuando se lo presencia.
Las semejanzas entre Durant y Jordan son pocas, a pesar de que comparten desde hace más de dos años el récord de 40 partidos seguidos con 25 o más puntos por partido. No obstante, hay un par que se pueden rescatar con facilidad: la estigmatización y el liderazgo. A Michael se lo catalogaba como un jugador perdedor que no sabía ganar en sus primeros años en la NBA. Se lo veía como alguien que rompía las leyes de la física, como ese salto que volvieron leyenda a las zapatillas Air Jordan, pero no como un ganador. Años después, Michael llegó a ser una marca de la NBA. Nadie podía hacer jugadas como él, realizar tal conducción del balón y tener esa inteligencia táctica a la hora de estar en un partido en el cual los Bulls eran los dominadores totales.
Durant, por su parte, comparte ese estigma ahora: el perdedor. Se lo acusa de que no todavía no ha ganado un título de la NBA y al igual, aunque no con el mismo estilo de Jordan, todos los analistas como espectadores se sorprenden de su facilidad de anotar. No importa que este marcado, lejos o que el aro se haga más chico, él siempre encontrará la manera de llegar y marcar de dos o tres puntos. Durant, al igual que Jordan, también es un líder de su equipo y no es que esté tarde para obtener su primer anillo.
Michael lo hizo en 1991 cuando tenía 25 años, hoy Durant tiene un año más y su equipo es el claro favorito para cobrarse la revancha ante los Cleveland Cavaliers. Eso sí. Kevin jamás será como Michael. Uno era un extraterrestre por sus innumerables cualidades como basquetbolista, el otro simplemente es uno de los mejores anotadores de la historia. Ahora Durant irá por su primer anillo, tuvo que mudarse de Oklahoma para encontrar aliados como Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green para soñar algo que pareciera imposible con el Thunder: ganar el último partido de la temporada.