Mañana comienza una nueva edición de la Liga Nacional Superior de Vóley Femenino. Gran noticia para los amantes de este deporte, que en nuestro país constituye un fenómeno social único e irrepetible, que semana a semana moviliza a miles de familias. Y lo hace de una manera que ya ni siquiera el fútbol –el deporte rey– es capaz de lograr.
Si uno compara las graderías del coliseo Bonilla con las tribunas de un estadio de fútbol, la principal diferencia que encontrará será la presencia de hombres y mujeres de todas las edades. Al vóley van los papás, las mamás, los hijos, los nietos y hasta las abuelitas. Y lo mejor de todo es que van en buena onda y dispuestos a compartir en familia y pasarla bien.
La violencia no existe en las gradas del coloso miraflorino, donde a nadie sorprende que los seguidores de un equipo también aplaudan los puntos del rival. O que un hincha, por ejemplo, de Alianza Lima, no se haga problemas en hacer barra por la San Martín, la Vallejo o el Sporting Cristal en el siguiente partido. El deporte de los mates logra algo que muchos creían imposible: la pacífica convivencia entre aficionados de clubes adversarios. Fair play en estado puro.
Aunque hemos vivido tiempos mejores, el vóley sigue siendo un deporte muy querido y es fuente de satisfacción para los peruanos. La liga que mañana rompe fuegos reunirá a los principales clubes del país y en ella veremos cómo se ponen a punto las matadoras que defenderán nuestros colores en los Juegos de Lima 2019, donde esperamos que el vóley nos regale una nueva medalla. Como manda su historia.
Escribe: Guillermo Denegri
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