El 08 de marzo del 2010, lejos de Argentina, una parte del país de la bandera celeste y blanca inflaba el pecho. ‘El secreto de sus ojos’ había ganado el Oscar a mejor película extranjera. Aquel filme, donde el fútbol tiene un papel clave como en todo lo involucrado al mencionado territorio, define la esencia de lo inmutable a través de una palabra: pasión.
Gustavo Alfaro tiene 56 años y, a poco de cumplir las seis décadas de vida, no pierde ese sentir del que en el primer párrafo se habla. Tras diversos vaivenes entre distintos equipos del fútbol de su país, el popular ‘Lechuga’ llegó a ‘La Boca’ para convertir al ‘xeneize’, precisamente, “en un equipo pasional”, como dijo en su presentación.
Pero para que el jugador te crea, sobre todo el de Boca, hay que ser un hombre de palabra. Las promesas están para cumplirse, aunque el tiempo a veces te haga esperar más de la cuenta. Con 29 años se retiró del fútbol y a los 31 ya estaba dirigiendo con un objetivo claro, llegar a lo más alto, algo que no logró en su época como futbolista. “Siento que estoy cumpliendo un compromiso que asumí con mi viejo cuando hace mucho tiempo atrás dejaba de lado la ingeniería química para dedicarme al fútbol”, agregó sentado frente a los medios, luego de dejar a Huracán clasificado para la Copa Libertadores de este año.
Las palabras; sin embargo, se las lleva el viento y Alfaro, más allá de querer ganar la Copa que se le escapó al ‘Mellizo’ en el Santiago Bernabéu, tiene que demostrar acciones. Las mismas que mostró en Sarandí, donde su Arsenal logró ser campeón de la Copa Sudamericana, el torneo Clausura, la Copa Argentina y la Supercopa. Todo, por primera vez en su historia.
En La Bombonera será difícil que sea recordado por lograr algo por primera vez. Su equipo ya no será un carro viejo con motor renovado –que se te aseguraba siempre llegar a la meta- como dijo en su etapa en el ‘Globo’, sino uno del año bien aceitado con la gasolina a tope. “Tengo un plantel muy rico”, pero por ahora sabe que vive detrás del ‘millonario’.
¿El duelo está hecho?
El 2018 fue un año duro para el hincha de Boca. Más allá de la recordada final de la Libertadores, el equipo azul y oro se vistió de plata más de una vez. La Supercopa Argenta, también ante su rival de toda la vida, y vendida como el ‘Partido del Siglo’ por la cadena argentina Fox Sports se quedó en las manos de un ‘Muñeco’.
Con Alfaro, quien ya elogió a Gallardo (“está a la altura de lo que hizo Zidane en el Real Madrid”), se intentará quitar la batería a ese muñeco, ganas no faltan. “Nos tenemos que adaptar rápidamente a lo que queremos porque sabemos que ya el duelo se hizo, hay que mirar para adelante y partir de mañana empezar a construir la victoria que vendrá”.
El triunfo llegará, al fin y al cabo, no hay mal que dure cien años; sin embargo, el duelo, para algunos –como el presidente de su país, por ejemplo-, será eterno. Aunque, quizá, en esa charla que quedaron en tener, Alfaro convenza a Macri que hay acontecimientos que es mejor no recordar, e, irónicamente, los del fútbol son los que se pueden llegar a pasar.
Una deuda pendiente
‘Lechuga’ se ha caracterizado por hacer olvidar los famosos promedios de los equipos que tienen pesadillas con la ‘B’ en el fútbol argentino. Así como el vegetal verde, repleto de agua, es embutido por miles de personas que intentan bajar el colesterol, Gustavo pareció ser siempre la solución para aquellas dirigencias con la soga al cuello.
Sin embargo, cuando agarró a los ‘grandes’, la cosa cambió. Ni en San Lorenzo, tampoco en Rosario Central, tuvo buenos números. Cuando regresó al Gigante de Arroyito, dirigiendo a Tigre, un proyectil cayó sobre su cabeza. El partido siguió porque, en sus palabras, “todos los asistentes al estadio no tenían que pagar por culpa de un inadaptado”. Para aquel hincha ‘canalla’ seguro que el inadaptado fue él, quien en 14 partidos como mandamás solo pudo ganar dos.
Irónicamente la camiseta de su nuevo club comparte los colores con la de Central, pero, al mismo tiempo, seguro que cuando Nicolás Burdisso (nuevo director deportivo) y Daniel Angelici (presidente) lo llamaron, estaban con la soga al cuello.
El acostumbrado a ser bombero llega a intentar apagar un incendio de fuerte magnitud, pero, quizá, como las lechugas están repletas de agua, encuentre lo suficiente como para tapar esa deuda pendiente consigo mismo y mantener intacto el edificio.
Se acaba la función
En agosto cumple los 57, de los cuales 26 han estados dedicados a un banquillo. La cereza del pastel le cayó, según él, “en un momento de plenitud, durante la etapa final de mi carrera”, pero al mismo tiempo reconociendo que en el ‘xeneize’ puede conocer, y muy bien, el infierno del que alguna vez escribió Dante Alighieri en la ‘Divina Comedia’.
“Boca no tiene purgatorio. Es cielo o infierno. Salir campeón, esa es la meta”, dijo. Su predecesor también lo sabía y ganó dos Superligas y una Copa Argentina; aun así, en su recuerdo siempre sentirá esa quemadura que te deja el haber pasado por ahí abajo.
Alfaro tiene razón, en los grandes equipos no hay puntos medios, pero tampoco memoria. A veces con ganar no basta, sino con mantener esa regularidad que los mejores técnicos de la época –llámese Gallardo en este continente- supieron lograr.
De no poder hacerlo, un torneo local seguro que no bastará. Una final de Supercopa –que se le viene dentro de poco- mucho menos y un billete, que no sea al Medio Oriente, puede llegar a ser botado a la basura.
Los grandes retos se asumen con grandes responsabilidades y antes de que acabe la función de una carrera que tuvo de todo hay que tener las ‘agallas’ para ponerse de cara. ‘Lechuga seguro que las tiene. La revancha en un grande, que alguna vez dijo que no espera, le llegó. Luego podrá cumplir con lo otro y tomar el bolsito, silbando, camino bajo e irse andando a Rafaela.
Porque, al final, pase lo que pase, todo termina donde empezó todo.