Klopp, más Champion que nunca: ‘Día de Franco’, la columna de Franco Lostaunau

En su tercera final de la Champions League, el técnico pudo levantar la ‘Orejona’ al lado de sus dirigidos en el Wanda Metropolitano.

El controló al Tottenham sin la necesidad de tener la pelota. Tuvo el 38% de la posesión contra el 62% del rival y se sintió cómodo así. Mientras los de Mauricio Pochettino apelaron más a la horizontalidad, los de , con el gol tempranero, abandonaron la verticalidad de siempre para aferrarse a un orden defensivo innegociable, a intentar cortar los circuitos en el centro del campo y a ganar los duelos individuales por los costados. No fue una final aburrida, fue una final táctica, de dos viejos conocidos.

Las semifinales fueron tan extraordinarias que nos generaron iguales expectativas para este partido y claramente fue totalmente distinto. Aunque a los 30 segundos se cobró un penal para Liverpool que nos invitó a pensar en un compromiso lleno de goles, fue ese hecho el que hizo que el juego se torne más táctico que emocionante. Así como Salah aseguró el penal, Klopp tras el gol aseguró el partido con una propuesta más conservadora.

En ese planteamiento, los duelos individuales siempre fueron a favor de los defensas. Alexander Arnold y Andrew Robertson salieron airosos por los costados ante Heung-min Son y Christian Eriksen respectivamente. Además, Harry Kane nunca pudo superar a Virgil van Dijk, para mí el mejor central del mundo. Por su parte, Fabinho, Jordan Henderson y Giorginio Wijnaldum cubrieron de manera perfecta el centro del campo evitando cualquier sorpresa por esa zona.

Es verdad que el Tottenham se hizo dueño de la pelota, pero sin llegar a generar peligro. Cuando los centrales pasan a tener mucho más el balón que el resto del equipo, es un claro índice de que la posesión es inofensiva. Nadie la tocó más que Toby Alderweireld y Jan Vertonghen, entre los dos completaron 123 pases en los noventa minutos.

El final del partido hizo que los Spurs arriesguen más. Llegaron las variantes de Lucas Moura y Fernando Llorente y así cambiaron el pase seguro por la pelota dividida. De esa manera consiguieron tener algunas situaciones de gol pero siempre encontraron la buena respuesta de Alisson Becker. A diferencia de Loris Karius en la final de Champions pasada, el arquero brasileño se mostró seguro en todas sus intervenciones. Si por Becker, el Liverpool le pagó a la Roma la exorbitante suma de 73 millones, hoy el arquero les devolvió la inversión y con creces.

El partido terminó antes de los 90, acabó con el gol de uno de los héroes de la semifinal ante el Barcelona, Divock Origi. El delantero belga sentenció el triunfo a los 87 minutos e inició la celebración de la sexta Liga de Campeones para los Reds.
Con esto, Klopp dejó de lado todas las finales perdidas. Ya nadie lo juzgará por no ganar nada internacionalmente. Ahora por fin se metió en la lista de los técnicos campeones de la Champions. Si en algún momento se dijo que para el Liverpool lo más valioso era la Premier, creo que queda claro que, por lo menos para Klopp, lo más importante era ganar esta Champions.

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