Jürgen Klopp nació en Stuttgart, pero hace parecer que creció junto a ‘The Kop’, la tribuna de aliento en Anfield Road. El alemán, que llegó en el 2015 para tomar las riendas de un equipo sin alma, había dejado Dortmund –donde parecía haber encontrado su lugar en el mundo- porque su vida tenía unas cuantas páginas de historia por escribir cerca a Merseyside.
Porque los ‘reds’ y el alemán parecían ser dos líneas perpendiculares que estaban destinadas a cruzarse. Dos puntos en el mapa del fútbol que se complementaban, precisamente, por la expulsión simultánea de pasión y descontrol. Klopp desde su amor por el 'Rock N’ Roll’ y, Anfield, en el cántico del ‘You’ll Never Walk Alone’.
Un personaje al que, meses antes de tomar las riendas del Liverpool, se le había roto el corazón dejando las tribunas del Signal Iduna Park, pero que, al mismo tiempo, lo tenía claro: “No pienso tener un año sabático”, había dicho. Como reconociendo que su futuro estaba escrito.
Pero la vida del que mira el día a día con ojos de optimismo no se basa en lo que pueda pasar, sino en lo que está pasando. ‘Kloppo’ lo había dejado claro en una entrevista con El País (2013). “No tengo ganas de pasarme el día entero pensando en cosas que podrían ser todavía mejor de lo que son”, dijo aquella vez meses antes de perder su primera final de Champions ante el Bayern. Seis años después, y otra final del mismo torneo perdida en el camino, su optimismo lo lleva a, por fin, llegar como favorito a Madrid.
Ante el Madrid empezó todo
Suena algo injusto hablar de Madrid como punto de quiebre en la carrera de Klopp. Antes de ello ya había ganado dos Bundesligas y una Copa de Alemania, pero fue en el Santiago Bernabéu donde pudo meterse en su primera final continental. Lo histórico; sin embargo, pasó en el partido de ida, jugado en el WestfallenStadion.
Porque su primera gran noche, a los ojos del mundo, fue ante el Real Madrid de Mourinho y Cristiano Ronaldo. La primera goleada (4-1) ante uno de los dos mejores equipos del mundo –junto al Barcelona- en los últimos 10 o 15 años. Cuatro goles de Robert Lewandowski hicieron pasar a su entrenador una noche que parecía irrepetible. “Nunca lo olvidaremos”, dijo tras el partido; mientras se empezaba a gestar a un nuevo ‘mata gigantes’. Su fórmula todavía no era del todo conocida, pero parecía ser efectiva.
En Madrid se completó la hazaña. Con algo de sufrimiento (perdieron 2-0), el Borussia se metía en la final y Klopp iniciaba una etapa diferente en su carrera. Una etapa en la que ya se codeaba con los más grandes y, sin importar el contexto, ya tenía la obligación de ganarles. Y, precisamente, desde aquel día solo ganó un título: la Supercopa de Alemania en el 2014.
Los años pasaban, sus equipos enamoraban, pero a la gente no le importaba. “Si no gana, no vale”. Se terminó yendo de la Bundesliga peleando el descenso con el mismo equipo con el que había rozado la gloria y en el Liverpool tenía un nuevo comienzo.
A poco de cumplirse su cuarto aniversario en Inglaterra, el alemán sigue con la sequía. Mientras tanto ha perdido una final de Europa League y otra (más) de Champions ante el Real Madrid y, a la hora que escribo esto, no se sabe si, con récord de puntos, quedará segundo en la Premier por detrás del Manchester City. Por lo tanto, su legado parecía quedar opacado por el exitismo hasta que sucedió lo inimaginable, otra vez.
¿Se cierra el círculo?
En una noche increíble ante el Madrid había empezado todo y en una increíble ante el Barcelona podría terminar. Pero esta vez los órdenes se habían alterado, el sufrimiento para el Liverpool –a diferencia del Dortmund- llegó antes que la gloria. En el Camp Nou, la derrota había sido dolorosa: 3-0, y las chances de remontada, salvo para uno que otro, eran casi nulas. El ‘casi’ parecía volver a ser el papel protagonista de Klopp.
Sin Salah y Firmino –dos de sus mejores jugadores- las estadísticas empeoraban. “Les dije que era imposible”, dijo después del partido. Al final –tácticas aparte- su equipo superó al rival y esa noche mágica de Dortmund que parecía nunca repetirse para él, volvió a suceder en un contexto similar. Había vuelto a eliminar a uno de los dos equipos más exitosos de la última década y dejaba a la final de Champions sin Messi o Cristiano desde el 2013, donde empezó esta historia.
Y, al final, ese ‘mata gigantes’ que se gestaba derrumbando al Madrid de Mourinho tendrá la opción de convertirse en un gigante –aunque para muchos ya lo sea- en la ciudad donde empezó todo. Por eso, aunque él prefiera hablar alemán, sabe que España tiene un poco de su historia y, si no, que se lo digan a ‘blancos’ y ‘azulgranas’.
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