La grada sud del Westfalenstadion, el campo del Borussia Dortmund, conocida como ‘Südtribüne’ o como ‘La Muralla Amarilla’, es probablemente la tribuna más ruidosa de toda Europa. Es también el fondo vertical más grande del continente, con capacidad para más de 25 mil fanáticos. 100 metros de ancho, 52 de largo y 40 de alto y con una inclinación de 37 grados. Una maravilla para vivir, por lo menos, una vez en la vida.
El ambiente que generan es tanto que llevarse puntos de allí es solo para los más suertudos. Si no, que se lo pregunten al Barça, que aun de pretemporada, consiguió sacar un punto (y gracias) delante de aquella pared admirada por los amantes del fútbol y temida por los rivales.
Pero ayer, la pared de verdad también era alemana pero no era esta. Vestía de azulgrana y se llamaba Marc. Marc André Ter Stegen para ser más precisos. El auténtico muro alemán que se alzó en el Westfalenstadion. Sus paradas mantuvieron con vida al Barça. Ni Reus de penalty supo perforar su muralla. Un seguro de vida que ha conseguido llevar al Barça a lo más alto y que ha hecho la mejor transición posible después del adiós de un mito del barcelonismo como Víctor Valdés, hasta ahora, el mejor portero de la historia reciente del club catalán. Hasta ahora porque si Ter Stegen sigue así, no habrá dudas que se tratará del mejor portero del club y, en unos años, probablemente del mundo.
También es verdad que si el mejor del partido es el portero, no es buena señal. Pero esto acaba de empezar y la temporada es muy larga. Y con Ter Stegen bajo palos, todo es posible.