Con cuatro goles de Eduardo Vargas, Chile goleó 7-0 a México en California y jugará ante Colombia las semifinales de la Copa América Centenario.
Una de sus principales características es que desgasta al rival. Un equipo que usa el "planteo inteligente" de ceder terreno y pelota hasta esperar (casi de rodillas ) un contragolpe o en el mejor de los casos una pelota parada, sabe que papel cumplir cuando lo dominan, incluso lo sabe antes de empezar el juego. A estos equipos la pelota los interrumpe, los hace jugar mal, prefieren ser toros y no toreros.
Pero, ¿qué pasa cuando dominas a un equipo que quiere, necesita y cree en la pelota como principal camino para lograr ganar? Lo incomodas, lo desordenas, lo sometes y lo superas… Lo desgastas física y sobre todo mentalmente, lo obligas a jugar rápido y mal. A un equipo desordenado lo puedes lastimar más y mejor, puedes presionarlo rápido y no permitirle jugar. Y pocas cosas son tan malas para un equipo como sentirse superado… Todo eso hizo Chile hoy con México.
En los primeros minutos ambos equipos corrieron y friccionaron mucho en la mitad de la cancha, pero fue Chile el que logró dominar este sector tan importante para equipos que proponen jugar. Lo logra por muchas razones. La jerarquía de Marcelo Díaz y Arturo Vidal acompañados de Aranguis superan ampliamente al medio de México. Además, la amplitud de sus laterales les da opciones de pase y les descongestiona la zona. La capacidad de entendimiento de Bravo de ser y buscar al hombre libre, los cambios de posiciones mas no de funciones entre Vidal y Díaz los convirtió en "inapretables".
Con Chile superando muy bien la primera linea de presión y sus delanteros marcando pases a los espacios vacíos, el equipo terminó desbaratando a México que como todo buen equipo que intenta presionar adelanta a sus defensores.
Es muy buena la lectura de la selección chilena, que tiene mucha paciencia para superar la primera presión y luego jugar a los espacios vacíos de una defensa adelantada.
Los defensores mexicanos sintieron la velocidad de Alexis, Vargas y Pusch, y no supieron si seguir achicando como lo venían haciendo o agrandar y seguir al hombre. En ese momento empezó a golpear Chile: alargó a México y lo obligó a jugar mal. Lo desordenó, lo condicionó, lo hizo dudar.
México seguía perdiendo el dominio del juego y recibió el primer gol. En su afán de competir y empatar corre más y mal, no intenta adueñarse de la mitad del campo como en partidos anteriores. Todo eso le terminó pasando factura luego.
Con atacantes cansados de intentar presionar y no llevarse nada, una mitad de la cancha totalmente superada y una defensa en constante amenaza con los movimientos siempre agresivos y veloces de los delanteros chilenos, México no pudo pelear por la pelota. Abandonó lo que hasta ahora venia siendo su principal bastión y Chile lo superó en juego y muchos goles.
Muy bien por los chilenos que empezaron la Copa muy criticados y con este triunfo recuperan la confianza para defender el título. Muy bien porque entendió que el primer partido que se tiene que ganar es el de la posesión. Y, ojo, para ganar ese duelo también se necesita esfuerzo, intensidad, compromiso y demás palabras de moda… Es una lástima que estas acciones solo parecen ser valoradas en el equipo que pierde luchando y no en el que lucha por ganar.
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