"Cuando me convocaron para el Mundial del 94 compré fuegos artificiales y los tiraba en mi casa de la alegría. Nosotros antes pensábamos mucho en la camiseta. Ahora, no lo sé", esta fue la respuesta de Mazinho, centrocampista de aquella selección brasileña que recuperó la Copa del Mundo tras 24 años.
Es evidente la decepción del hincha brasileño ante algo histórico como una eliminación en fase de grupos de Copa América. Suele pasar que ante la crisis de fútbol de la actualidad, se recurra a escuchar a aquellos que alcanzaron la gloria y fueron parte de un tiempo mejor.
"No sé si es un tema de dinero, o que muchos prefieren irse de vacaciones", dijo Mazinho. Preocupado por presenciar a un Brasil hundido. Que va acumulando heridas. Manchas en su historia. Como lo resumió el periodista argentino Juan Fazzini: "Brasil murió hace rato pero como fue tan grande no saben donde enterrarlo".
Y ante la derrota, queda mirar como siempre al líder. Dunga, es el más cuestionado en estos momentos, como cuando el 'scratch' fue eliminado del Mundial 2010. Lo acusan de mezquino y de quitarle a Brasil el juego vistoso que tanto impresionaba hace varios años.
"No creo que sea un problema de Dunga. El problema es de los propios jugadores. El entrenador pinta menos en esto, aunque, lógicamente, puede tener una cierta parte de culpa", afirma el compañero de Dunga en 1994. Ambos fueron campeones en un Brasil defensivo con dos monstruos adelante, Romario y Bebeto.
Curiosamente Mazinho tiene claro que la raíz de la falta de técnica actual se encuentra en ese Brasil campeón del 94. Cuando se cambió el 4-3-3 y el 4-5-1 característico por un 4-4-2 que priorizaba evitar la anotación del rival. Pero para eso es necesario dos cracks arriba que te definan partidos, esa selección los tenía.
"Habían pasado 24 años desde la última vez que Brasil había conquistado el Mundial y Parreira pensaba que tenía que igualar la fuerza europea. Dejó a Bebeto y Romario arriba, sin preocupaciones defensivas, y el resto teníamos que trabajar como locos. A partir de entonces, los clubes brasileños empezaron a copiar el sistema". Argumento válido que podría explicar el porqué de la crisis del fútbol brasileño.
Brasil aún no se acomoda a ese fútbol moderno. Poco a poco, la técnica fue perdiendo espacio en un fútbol donde manda es la velocidad. "Se comenzó a jugar con gente más trabajadora y jugadores técnicos se fueron quedando de lado. Se acabaron los 10, se acabaron los extremos, y ya no fabricamos tantos grandes laterales", indicó el ex-futbolista.
"Se generó una dependencia tan grande de Neymar, que cuando no está él, falla algo", dice Mazinho y compara a la actual con otras selecciones brasileñas en la que la principal figura estaba rodeada de grandes jugadores. "En el 70 estaba Pelé y cuatro más a su alrededor, en el 82 tenías a Sócrates, Zico y Falcao. En el 90 y 94 también habían jugadores importantes."
Sucede en varios países de sudamérica. Lo dijo alguna vez el argentino Diego Latorre, hoy los aficionados son más hinchas de su hinchada que de sus jugadores. Muchos futbolistas se van muy jóvenes a Europa ocasionan que las ligas sudamericanas pierdan calidad. Brasil también sufre este problema.
"Antes cada equipo en Brasil tenía cinco jugadores internacionales. Y tú que no eras aficionado del Flamengo o del Fluminense sabías el equipo que tenían. Hoy, yo que soy aficionado del Vasco de Gama, no sé cual es su alineación. Perdimos esa fábrica de jugadores."
Mazinho habló sobre el problema de su hijo Thiago Alcántara. Afirmó que cuando lo llamaron para formar parte de la selección sub-17 de España, prefirió contactarse con la Confederación Brasileña a fin de que su hijo sea parte de la selección de menores de Brasil. Sin embargo, le indicaron que no querían jugadores formados fuera. Aquí mencionó el tema de los intereses que existen en el mundo del fútbol.
"Los grupos de empresarios entran en el medio y quieren que jueguen en la selección sus futbolistas que juegan en los clubes de Brasil, porque si juegan en la selección los puedan traspasar a Europa. Nadie ganaba dinero con Thiago. Hay mucha gente que está trabajando de una forma muy sucia en el fútbol", señaló el ex-futbolista.
Falta de amor a la camiseta, escasez de jugadores, nivel cada vez más bajo en el torneo local, intereses personales por encima del bien común. Argumentos válidos de un campeón del mundo, que como tantos aficionados brasileños, desearían regresar a esos años donde eran potencia y que ven cada vez más lejos la posibilidad del heptacampeonato.
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