Desde que era un niño, Ariel Holan fue un ferviente hincha del Independiente, que este miércoles ha llevado a la gloria con la consecución de la Copa Sudamericana en el mítico Maracaná, una hazaña histórica para un técnico que se inició en el mundo del hockey.
Holan era una incógnita con mayúsculas cuando tomó las riendas en diciembre del año pasado del equipo de Avellaneda, que en ese momento atravesaba una grave crisis y tenía a una afición desquiciada tras la renuncia de Gabriel Milito, el exjugador de Zaragoza y Barcelona.
En el currículum de Holan solo destacaba su buen desempeño con el humilde Defensa y Justicia, con el que comenzó en 2015 en la que fue su primera experiencia como director técnico en la máxima categoría del fútbol argentino.
Antes de eso, una larga travesía de más de una década como auxiliar técnico en varios equipos argentinos de la mano de ilustres como Jorge Burruchaga, Adrián Domenech y Matías Almeyda.
Pero lo más llamativo son sus orígenes, la fuente de donde bebió hasta convertirse en entrenador de fútbol: el hockey.
Su carrera como técnico en hockey sobre césped le llevó a comandar los principales clubes de este deporte en Argentina hasta encumbrarse con la selección femenina uruguaya, con la que obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos del 2003, celebrados en Santo Domingo.
A partir del año 2000 decide dar un giro a su vida de 180 grados e iniciar la transición hacia el fútbol.
La metodología de Holan como entrenador de fútbol ha resultado tan novedosa como elogiada por el uso de herramientas tecnológicas y prácticas atípicas, como los ensayos de determinados movimientos el mismo día del partido.
"Considero al entrenador de manera genérica, más allá de la disciplina de la que se trate, porque hay variables y principios básicos comunes a todos los deportes: conducción de grupo, planificación, metodología de entrenamiento. Le estoy muy agradecido al hockey porque durante más de 20 años me permitió formarme como entrenador", afirmó Holan en una entrevista al diario La Nación.
Su prueba de fuego vino con Independiente, donde mostró su fuerte personalidad con decisiones de calado, como la de prescindir de algunos jugadores asentados, incorporar a otros con experiencia como Wálter Erviti, Fernando Amorebieta y Emmanuel Gigliotti y dar cancha a algunos jóvenes como Ezequiel Barco.
En la pizarra también tiene las ideas claras: juego vertical, explosivo y aceleración en el robo del esférico para sorprender al rival en el menor tiempo posible.
Una fórmula que ha dado sus frutos y ha unido a elenco y afición de Independiente bajo una misma filosofía y una misma dirección.
Sin embargo, el camino no ha sido de rosas, pues hizo frente a la extorsión de un líder de una barra brava que le exigió 50.000 dólares para financiar un viaje con el equipo.
Ese episodio, ocurrido en octubre pasado y que finalizó con la detención del cabecilla ultra, le "cambió absolutamente la vida" porque a partir de ese momento tuvo "custodia personal mañana, tarde y noche", como él reconoció.
"Ahora está todo en manos de la Justicia. Pero nunca, bajo ningún concepto, pensé en renunciar", comentó entonces en una radio local.
El técnico ha confesado que ha llorado más de una vez por Independiente, pero en el Maracaná mantuvo la calma hasta el pitido final porque, como anunció en la víspera, "el Holan hincha" tenía que ceder su espacio "al Holan entrenador".
"Obviamente como soy tan hincha sé que esto no se resuelve con pasión sino con cabeza", comentaba antes de devolver a los Diablos Rojos la corona que deseaban desde hace tanto tiempo. EFE