A veces la vida te lleva por caminos extraños. Nacer en España y terminar jugando al fútbol en la península balcánica no es algo que pase tan frecuentemente, sobre todo si tienes la calidad para jugar en la selección ibérica. La historia de Dani Olmo, quien debutó ante Malta en las Clasificatorias a la Euro 2020, es la del jugador que dejó de lado la Premier League para cumplir con su proyecto deportivo.
Ligado al fútbol desde su nacimiento, el volante que primero fue delantero se decantó por el deporte rey cuando su padre era entrenador de un equipo llamado Terrassa. Destacando en las categorías inferiores de su club, Dani convenciendo al Espanyol para jugar en los alevines. Como nueve se convirtió en el máximo goleador de su promoción y recibió una llamada del Barcelona.
Sí, aunque hoy parezca que Zagreb está muy lejos del Camp Nou, Olmo defendió los colores ‘azulgranas’ en La Masía. Tras seis años, el club de Lionel Messi y compañía decidió apostar por otro joven –Lee Seung-woo, quien hoy juega en el Hellas Verona– en lugar de un chico nacido en Cataluña. Aunque doliera, había que abrir la puerta de salida.
Para recibirlo había varias propuestas. Desde la Premier League, tres clubes apostaron por él, pero sorpresivamente Dani decidió irse a Croacia, donde el Dinamo le presentaba un proyecto ilusionante y donde tendría protagonismo. Años después, convocado a ‘La Roja’, puede confirmar que el tiempo le ha dado la razón.
“En Inglaterra arreglaban la vida de la familia a nivel económico, pero en Zagreb le ofrecieron un proyecto que han cumplido”, contaría Miquel, su padre, años después al diario El País (España).En esa misma nota cuenta que el plan pasaba por entrenar con el primer equipo durante su primer año y dar el salto a la profesional a la temporada siguiente. La ilusión era grande reconociendo que su nuevo equipo es el segundo exportador de talento en Europa por detrás del Ajax.
El objetivo del club es claro: hace de Dani Olmo el traspaso más caro en su historia. Se la jugaron por él y están encaminados a poder conseguirlo para superar los 25 millones de euros que pagó la Juventus por Marko Pjaca o los 21 que dio el Tottenham para llevarse a Luka Modric en su momento. Después de haber sido el mejor jugador de la liga croata por dos temporadas consecutivas (2017-18 y 2018-19), el pago de 40 millones que están pidiendo seguro que se dará.
Cuando dejó Barcelona para irse a Croacia lo más difícil era la adaptación cultural, pero ahora ya puede decir que es un croata más. Lo habla perfectamente e incluso desde la última subcampeona del mundo lo quisieron para defender los colores blancos y rojos. Para él; sin embargo, defender al país que lo vio nacer era su ilusión y la pudo cumplir.
Su inteligencia –él mismo dice que prefiere “pensar, antes que correr por correr– ha terminado convenciendo a Robert Moreno para hacerlo debutar con la camiseta roja. De esa manera se ha convertido en el tercer jugador que disputa sus primeros minutos con España sin haber disputado partidos en la Liga Santander, tras Cesc Fabregas y Héctor Bellerín. Y bien merecido lo tiene.
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