No sucedía desde los años 90. De un tiempo a otro, el hincha culé parece haber olvidado, o al menos dejado de lado, el estilo que implantó Johan Cruyff y que Guardiola reinventó en la mejor época que se le recuerde al Barcelona, el del ‘Tiki-Taka’. El sábado frente al Getafe, el Camp Nou, como hace mucho no pasaba, pifió el pase hacia atrás, al portero, para volver a empezar la jugada cuando el rival implanta un muro delante. Situación que antes hubiese sido aplaudida, ahora fue rechazada.
Ante equipos con la presión muy adelantada, como ocurrió con el Getafe, Marc André ter Stegen ejerce de tercer central con libertad para jugar el balón. Tal y como determina el libro de estilo barcelonista, siempre se elige un pase con criterio, que un balón en largo como ocurría en otros tiempos en los que Messi, Suárez y Neymar podían jugar en ventaja.
Sin embargo, el proceso de construcción del juego del equipo de Quique Setién es muy diferente y en el mismo, quien tiene el papel fundamental, es el guardameta teutón.
El alemán, además de realizar una prodigiosa triple intervención más propia de un funambulista que de un portero de fútbol, batió su récord de pases en un partido (69) y fue tras Busquets, Piqué y Umtiti el cuarto que más intervino.
El problema del Barça de Setién es que no tiene tiempo para implementar su idea del fútbol y seguramente tampoco los mimbres. La ausencia de un nueve puro, por la lesión de larga duración de Luis Suárez, y la lesión de Ousmane Dembéle, que estará seis meses sin jugar, abre la discusión sobre la necesidad de fichar a un delantero.
Al término del partido Setién disculpó a los aficionados por los silbidos. “Todo es producto de los nervios. Ves que hay dificultades y es normal que la gente, e incluso yo mismo, me ponga nervioso. Esta es nuestra seña de identidad, tratamos de gestionar el partido desde atrás. El riesgo es alto, pero el beneficio también lo es”, insistió tras el partido.
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