¿Qué haremos cuando no esté Iker Casillas?, se preguntaban los españoles cuando su arquero, y capitán, evitaba el gol de Arjen Robben en la final de Sudáfrica 2010. Fueron 166 partidos en los que el nacido en Móstoles, provincia de Madrid, defendió a la selección española y lo hizo de la mejor manera posible. Sin embargo, para el 2016 la confianza en él ya no era ciega y había que ceder su puesto.
El primero en la lista para sustituirlo era David De Gea. Y para la Eurocopa de ese mismo año, en Francia, era el arquero del Manchester United el indicado para defender el arco de España. La responsabilidad era mayor no solo porque era el seguro de vida del bicampeón de Europa, sino porque no debía hacer extrañar a, para muchos, el mejor arquero que ha tenido la península ibérica y hasta el mundo.
Sus buenas temporadas en la Premier League (hasta noviembre del 2018 tenía un 71% de paradas) lo acreditaban como el encargado para ubicarse bajo los tres palos de su selección. Las distinciones individuales en Old Trafford –fue mejor jugador del año en 2014, 2015, 2016 y 2018–, su dominio del fútbol inglés (parte del equipo del año PFA 2013, 2015, 2016, 2017 y 2018), además de la confianza que había transmitido con la sub 21 de la ‘Roja’, donde se consagró campeón de Europa en el 2011 y 2013, le daban todas las fichas para ser el portero del futuro en su país, sea el entrenador que sea el que lo tuviese que elegir.
Pero llegó la Copa del Mundo en Rusia, donde era su momento de brillar, y a De Gea le salió todo mal. Seis goles recibidos en cuatro partidos, solo una atajada y muchas dudas dejadas dentro del área le daban un dolor de cabeza al entrenador y a sus compañeros: no había seguridad en la defensa. Desde entonces, el que era catalogado como uno de los mejores arqueros del mundo empezó una caída libre que se confirmó en los cuartos de final de la última Champions League, donde le regaló un gol –y prácticamente la clasificación– al Barcelona.
Kepa sacaba la cabeza
Mientras la carrera de ‘Dave’ llegaba a su pico y bajaba lentamente, en Bilbao aparecía un arquero con garantías que, poco a poco, empezaba a buscarse un espacio en el Athletic Club. Cedido al Ponferradina y al Real Valladolid en la 2014/15 y 2015/16 respectivamente, Kepa Arrizabalaga no era el foco de los medios de comunicación, aunque ya tuviese un título con la selección española sub 19 (el Europeo del 2012).
Para la 2016/17 ya hacía ruido. El primer equipo del Athletic le daba, por fin, la oportunidad de quedarse con ellos y ahí encontraría la continuidad que necesitaba en Primera División. Sin títulos, pero con un buen rendimiento en un equipo de clase media-alta de la Liga Santander, Kepa ya era un fijo de la sub 21 y, en alguna que otra oportunidad, aparecía como opción de la selección mayor (debutó en un amistoso ante Costa Rica en el 2017).
Sus reflejos, agilidad y seguridad en el área recordaban a Iker Casillas, pero nadie tenía el derecho de desacreditar a David De Gea, todavía. La continuidad en Bilbao hizo que, poco a poco, se gane un lugar como segunda opción de la selección española rumbo a Rusia 2018. Y ahí, en los amistosos previos (donde le daban minutos), el portero vasco mostraba las garantías para ser una opción confiable en el arco.
Finalizado el mundial le llegó la opción del Chelsea, que tomó sin dudarlo. En el equipo ‘blue’ se ganó la continuidad en Europa League y Premier, pero también le dio la confianza a Luis Enrique –el entrenador de España en ese momento– de darle más opciones en la selección nacional. Tras la UEFA Nations League, donde De Gea confirmaba del todo su bajo nivel, Kepa Arrizabalaga se abría paso en el primer equipo.
Y es que el vasco tiene hambre de gloria, como demostró en la final de la Carabao Cup 2018/19 ante el Manchester City. Una polémica situación con Maurizio Sarri, donde se negó a salir para la tanda de penales que terminaron perdiendo, mostró ese gen competitivo que tiene el ahora titular para Robert Fernández. Juicios de opinión aparte, Kepa pidió perdón si es que fue una falta de respeto, y siguió confirmando su profesionalismo.
Tras cinco partidos que ha jugado la ‘Furia’ en las Clasificatorias rumbo a la Euro 2020, cuatro lo han puesto a él como titular, relegando a David De Gea al banco de suplentes. Algo impensado si sus carreras, pero perfectamente lógico al momento de analizar sus rendimientos y, sobre todo, sus actuaciones con la selección española.
Dos historias paralelas, pero que encontraron picos en momentos diferentes y que terminan premiando la meritocracia de uno que tomó las decisiones adecuadas y el bajón de otro, que todavía nadie entiende qué fue lo que sucedió en ese torneo de Rusia que firmó su lápida. De momento, a España le queda celebrar la aparición de Kepa, un portero que, lejos de ser comparado con Iker Casillas, parece tener todo lo necesario para seguir escribiendo su propia historia.
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