Lionel Messi podría sumar un motivo más para regresar al FC Barcelona de cara a la temporada 2023-24. Se trata nada menos que de Hulk, el perro de la familia que no atraviesa por un buen momento. El famoso Dogo de Burdeos no se encuentra bien de salud, tal como ha revelado el periodista argentino Pablo Giralt. La mascota de los Messi-Roccuzzo está en una condición tan delicada que ni siquiera ha podido acompañar al futbolista argentino a Francia, cuando en agosto de 2021 se convirtió en jugador del Paris Saint-Germain.
“Le pregunté (a Antonela) por Hulk y ella me contestó: ‘Está en Barcelona, no está bien de salud’”, dijo el periodista y relator de DIRECTV Sports. Es por esa razón que el perro de Messi se quedó en Barcelona y hasta hoy recibe el mejor de los cuidados en la casa de Castelldefels en la que vive.
Ni Messi ni Antonela quisieron poner en riesgo la ya deteriorada salud de Hulk al montarlo en un avión. Es por eso que decidieron dejarlo en Barcelona y lo visitan cada vez que el futbolista tiene días libres en el PSG. Si vuelve al Barça, la convivencia volvería a ser definitiva.
Cabe recordar que Hulk entró a la vida de Lionel Messi y su familia en 2016. El Dogo de Burdeos fue un regalo que Antonela Roccuzzo le hizo al capitán de la selección de Argentina quien, en aquel entonces, anunció la llegada del can a través de sus redes sociales.
“Nuevo integrante de mi familia. Gracias amor por este regalo hermoso”, escribió el futbolista sudamericano en su cuenta de Instagram. Así, el ‘10′ le daba la bienvenida al sexto Messi, un perro de origen francés que se caracteriza por su gran fuerza y potencia. No por nada lleva el nombre de Hulk.
Tras la victoria del viernes ante Angers (2-1), el PSG dio descanso a sus jugadores y Lionel no tuvo mejor idea que volar junto a su familia a Barcelona. Según contó Gerard Romero en Jijantes, el argentino y los suyos aterrizaron su avión privado el sábado al mediodía en el aeropuerto de El Prat.
El campeón mundial de Qatar 2022 quiso pasar desapercibido y salió de la terminal del aeropuerto catalán por una puerta especial. Para cumplir su cometido, el argentino utilizó una gorra para evitar que hasta los trabajadores de El Prat lo reconozcan.
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