Vuelve Koeman y parece que volvemos al pasado, porque el barcelonismo entero aguarda en vilo ante el futuro de Lionel Messi de la misma forma que hacía con el holandés cada vez que se disponía a chutar una falta. Pero sería injusto poner el foco en el jugador más grande que ha pasado por el Barça y, casi seguro, el mejor futbolista de todos los tiempos. Porque el problema es otro y no me cansaré de repetirlo: la gestión de la junta directiva presidida por Bartomeu. Todo el mundo lo ve y parece que Messi también, por eso se plantea decir ‘basta’, cansado de mantenerlo en el poder gracias a sus goles, y a pesar de lo mucho que quiere al club de su vida.
Desde el primer día, Rosell y su heredero Bartomeu han gobernado desde el resentimiento y el odio hacia la junta anterior, la de Laporta, reconstructor del legado de Cruyff, la seña de identidad que ha hecho grande y diferente al club catalán. Sus diferencias personales han dejado huella en la toma de decisiones. Le quitaron la presidencia de honor a Cruyff, por ser demasiado amigo de Laporta; ningunearon a Guardiola, legado de Laporta, hasta que se marchó; y después, mitos como Puyol o Xavi, al que acusaron de mentir, han rechazado sus propuestas. Y ahora pueden acabar su obra maestra cargándose a Messi, que ya ha aguantado demasiado su ineptitud y que si de una cosa es responsable es de haber ganado títulos prácticamente él solo. Si lo quieren hacer peor no pueden.
ADRIÀ COROMINAS
[@adriacat]
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