Gareth Bale rescató el orgullo para apurar sus opciones de titularidad en Kiev, en la final de la Champions League, e instalar la duda en Zinedine Zidane, liderando con un doblete una plácida goleada (6-0) del Real Madrid ante un Celta desganado que ya piensa en las vacaciones.
La despedida del Real Madrid del Santiago Bernabéu esta temporada presentaba pocos aliciente en un duelo sin nada en juego para los dos equipos. El madridismo cuenta los días para su gran final y olvidar una Liga que pronto tiró su equipo por su irregularidad. Todo parece decidido en el once de Zidane, aunque Bale lucha por cambiar el destino.
Había firmado dos buenos partidos el galés en sus últimas apariciones, ante Leganés y Barcelona, y se destapó animando la fría noche madrileña con sus carreras, verticalidad y pegada. Encontró espacios para explotar su juego de una adelantada defensa viguesa, que fue una amiga por su falta de intensidad.