Steven Gerrard cumple este sábado cuarenta años siendo entrenador del Rangers de Glasgow y esperando pacientemente que el banquillo del Liverpool, equipo en el que se hizo leyenda, le abra las puertas. Hace cuatro años que se retiró. Colgó las botas en 2016 en Los Angeles Galaxy, aunque su ciclo futbolístico prácticamente había terminado un año antes al marcharse de Anfield, su club de toda la vida.
Con los ‘Reds’ vivió las experiencias más importantes de su carrera. El triplete del 2001, compuesto por la FA Cup, la Copa de la Liga y coronado por la mítica final de la UEFA ante el Alavés en Dortmund, su paso como capitán en 2003, su casi fichaje por el Chelsea, recreado en el documental “Make Us Dream” de Amazon. Pero si hay dos momentos que definen la carrera y vida de Gerrard son la final de Estambul y la tarde del 27 de abril de 2014 en Anfield.
En la capital otomana, Gerrard inició una remontada histórica con una cabezazo que precedió al triunfo final en los penaltis. El centrocampista inglés levantó aquel día su trofeo más preciado e importante. Nunca superaría lo conseguido ante el imponente Milán. Su carrera tras anotar aquel 3-1, braceando y pidiendo ánimos a la afición y al equipo quedará para siempre en la retina de los aficionados al Liverpool y al fútbol.
Aquella Copa de Europa, sin embargo, no era el trofeo más importante que debía haber aguardado a Gerrard. La campaña 2013/2014, con Brendand Rodgers en el banquillo y junto a Luis Suárez en el equipo, rozó romper la maldición de las ligas en Anfield. El Liverpool tenía el título en su mano, hasta que llegó a casa, a medirse con un Chelsea lleno de suplentes, que unos días después se jugaría las semifinales de la Champions ante el Atlético de Madrid.
En un partido trampa, mancillado por las molestas tácticas del portugués, Gerrard cometió el gran error de su carrera. En el descuento de la primera parte, se resbaló en un control a priori sencillo y dejó vía libre a Demba Ba para que hiciese el primer tanto de un encuentro que el Liverpool cedería por 0-2. La liga se escapó y un año más tarde Steven abandonó el Anfield con la espina clavada de un título que las vitrinas llevan 30 años esperando.
Su paso por los Galaxy durante una temporada precedió a su retiro y al comienzo de una carrera de entrenador que le llevó por las categorías inferiores del Liverpool antes de recalar en el Rangers. Con los escoceses ha ganado tres veces el premio al mejor entrenador del mes, además de llevarlos hasta la final de la Copa de la Liga y ser subcampeones de una liga que terminó antes de tiempo por el coronavirus.
Su estancia en Ibrox Park, dure lo que dure, parece ser una prueba antes de su salto definitivo a la élite, cuando en un futuro dirija al Liverpool. Las apuestas le señalan como el sucesor en el banquillo de Anfield de Jürgen Klopp y por nombre y estatus todo parece apuntar a que su destino está fijado a ese lugar. Quizás esa sea la manera de sacarse la espina de la Premier League de una vez por todas. EFE.
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