De esas historias que trascienden en el tiempo y que se recuerdan aún más con el paso del mismo. Hoy parece poco probable ya, pero alguna vez se disputaron encuentros de fútbol oficiales en plena Navidad. En Inglaterra, por ejemplo, antes de la Premier League como la conocemos, se dio un hecho bastante particular en diciembre de 1937, donde el clima le jugó una mala pasada a un guardameta.
En la Nochebuena de aquel año, Gran Bretaña amaneció bajo una espesa niebla y muchos partidos tuvieron que suspenderse. Excepto uno que enfrentó al Chelsea contra el Charlton Athletic en Stamford Bridge. Pese a las pésimas condiciones que el tiempo ofreció, el primer tiempo acabó igualado a un gol.
Sin embargo, para la segunda mitad, se dispuso que el partido no podría continuar, pues la bruma londinense empezó a empeorar y ya no se veía nada. Así, todos acordaron no seguir con el encuentro, pese a que los jugadores ya estaban ubicados en el campo de juego.
Todos se retiraron, excepto uno, el portero del Charlton Sam Bartram, quien no podía ver ni las tribunas. Es más, no podía ver cuando sus compañeros atacaban. Solo reaparecían cuando el Chelsea atacaba.
“Los chicos deben estar dándole una paliza a estos muchachos”, dijo haber pensado el arquero en un momento, pues ya habían pasado ¡15 minutos del segundo tiempo! y él no sabía nada de sus compañeros.
“Cada vez veía menos y menos a los jugadores. Estaba seguro de que dominábamos el partido pero me parecía obvio que no habíamos hecho un gol, porque mis compañeros hubieran vuelto a sus posiciones de defensa y yo habría visto a alguno de ellos. Tampoco se escucharon gritos de festejo”, escribió Bartram en su autobiografía.
Y así la pasó el portero durante varios minutos. Sin moverse de su arco y sin saber qué estaba pasando. Solo tenía claro que debía seguir ahí porque pensaba que el partido se seguía jugando.
Hasta que apareció un policía. “¿Qué estás hacienda acá todavía?”, le preguntó el oficial, desconcertado, al guardametas del Charlton. “¡Pararon el partido hace como quince minutos! ¡El estadio está completamente vacío!”.
Sam Bartram regresó al vestuario. Ahí encontró a todos sus compañeros ya cambiados y ‘muertos’ de risa por lo que había pasado. Aunque si algo hay que reconocerle al jugador con más partidos (623) con el Charlton, es que jamás abandonó.
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