"Hasta el más tosco de nuestros amigos le sedujo la idea de meter una huacha y de sumarse a este famoso jogo bonito”. (GEC)
"Hasta el más tosco de nuestros amigos le sedujo la idea de meter una huacha y de sumarse a este famoso jogo bonito”. (GEC)

cambió el juego. Reemplazó el estrés natural de la competencia de alto rendimiento por disfrute. Su sonrisa con el balón en los pies, no tenía nada que ver con el profesionalismo. Era como un niño haciendo lo que más le gusta. Con sus jugadas, parecía que, en plena Champions, estaba divirtiéndose en el parque de su casa. Arrancaba desde la izquierda con el pie cambiado. Le llegaba la pelota y automáticamente proponía el mano a mano. A partir de allí el defensor retrocedía en busca de ayuda y ‘Dinho’ sacaba del repertorio la elástica, una cola de vaca, una bicicleta o un taco para que se proyecte su lateral. Tenía diferentes recursos para hacer que la tribuna se ponga de pie y sobre todo para hacer de una gambeta maravillosa, una jugada efectiva para su equipo. Ningún futbolista combinó tan bien la picardía natural con el rigor deportivo propio del juego. En su pico de rendimiento, fue el mejor jugador que vi en mi vida.

Su carrera profesional fue mágica. Desde Gremio hasta el Barcelona. Mención aparte para lo del Mundial 2002 y para lo que logró con el Atlético Mineiro. Quiero recordarles que cuando Ronaldinho llegó al Barcelona, no era el mismo equipo que es hoy. Venia de una sequía de cinco años sin títulos en la Liga y de no poder ganar la Champions por once temporadas. Desfilaron técnicos como Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach, De la Cruz y Antic, y ninguno pudo agarrarle la mano al equipo. Hasta que apareció Frank Rijkaard, que tuvo de abanderado a Ronaldinho, para armar un conjunto que rápidamente sería bicampeona de la Liga y campeón de la Champions. Ese fue el pico de rendimiento de ‘Dinho’. Allí fue el mejor jugador del mundo para la FIFA por dos años consecutivos.

Jugó cinco temporadas en España y luego comenzó la curva descendente cuando se fue al Milán. Después pasó por Flamengo, Mineiro, Querétaro y cerró su carrera en 2015 en Fluminense. A pesar de bajar su rendimiento, fue fundamental para el título de la Libertadores en 2013 de Mineiro. Ronaldinho está en la lista de jugadores que han sido campeones en Europa y América junto a Dida, Cafú, Tevez, Samuel y Neymar, entre otros.

Ayer el astro brasileño cumplió 40 años e intenté en este humilde espacio hacerle un pequeño homenaje. Creo que nadie pudo lograr lo que hizo esta leyenda: Hacer que viéndolo nos dé ganas de jugar fútbol a todos. Hasta al más tosco de nuestros amigos le sedujo la idea de meter una huacha y de sumarse a este famoso jogo bonito que el diez impulsó. Como todos sabemos, y en este momento de coronavirus, Ronaldinho está preso en Paraguay por haber ingresado a ese país con documentación falsa. Está recluido junto a su hermano, Roberto Assis Moreira desde el 6 de marzo sin posibilidad de salir bajo fianza por temor a fuga. ‘Dinho’ pasó su cumpleaños entre policías, narcotraficantes y políticos acusados de corrupción. Ahí convive con 195 reclusos. Pasó de tocar el cielo a estar en un infierno. Vive uno de sus peores momentos. Aunque los que lo acompañan aseguran que mantiene esa sonrisa eterna. Y no me sorprende.

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