Guerrero es su apellido, pero guerrero también es el adjetivo que calza a la perfección para describir a Paolo. Le cae como anillo al dedo. Hay jugadas, partidos y desafíos de la vida misma que se prestan para comprobarlo. De que es el mejor delantero que ha tenido el fútbol peruano en los últimos 30 años quedan pocas dudas. Y es que siempre trabajó para ser el mejor. Desde menores, en Alianza Lima, al que llegó a los 7 años, y del que partió a punto de cumplir la mayoría de edad. En busca de un sueño que ya palpitaba.
"¿Cómo es el fútbol en Holanda?", preguntaba Guerrero y Jefferson Farfán, dos de los jugadores de la categoría 84, por ese entonces, cuando tenían 15 años, admirados del fútbol de ese país. El encargado de responder a la interrogante era Benjamín Navarro, el exigente entrenador de ese equipo plagado de futuras figuras locales. "Allá, las canchas de fútbol tienen las mismas dimensiones, juegan once contra once, los jugadores tienen dos piernas y dos brazos. Lo que lo hace la diferencia es la mentalidad", sentenciaba Navarro. Los dos escuchaban con mucha atención y muy ilusionados.
Y es justo la mentalidad la que hizo su papel e hizo que Paolo busque superarse y sobresalir entre los demás. De ahí se explica su deseo de estar siempre en la cancha, aun cuando ya había hecho varios goles y el equipo estuviera ganando por una amplia diferencia en algún partido de menores. La molestia por salir del campo se evidenciaba con sus gestos. Guerrero, a regañadientes, se retiraba cuando debía ser cambiado. También lo demostró el recelo inicial que hubo cuando llegó Farfán -antes de que se conviertan en los grandes amigos (hermanos) que son hoy- y se integró a la famosa 84. O la vez que Wilmer Aguirre salió goleador del año en un torneo, y a Paolo no le tocó recibir premio como en veces anteriores. La incomodidad por no ser el primero se hacía presente.
Ese deseo de destacarse vino creado de casa, de familia. Y tuvo en la ya famosa doña ‘Peta’, su madre, al mejor ejemplo. Era la fan número 1 de Paolo y a la vez la primera crítica de todo lo que hacía. Hasta hoy. La señora Petronila Gonzales no se perdía ni un entrenamiento y sufría y gritaba los goles en los partidos contra los distintos rivales. Aunque introvertido y poco comunicativo, lo que mejor sabía hacer Paolo era goles. Es y ha sido su mejor idioma. “Siempre ha sido muy respetuoso, esa condición de líder la tuvo desde pequeño”, nos describe Navarro sobre el actual capitán de la Selección Peruana.
Han pasado cerca de 18 años desde que el extécnico de menores de Alianza Lima tuvo el primer contacto con Paolo Guerrero. Ese chico que pensaba en fútbol día y noche. Y que, con mucho trabajo, maduró, consolidó su carácter y se convirtió en uno de los referentes de la selección. Hoy, mientras la respuesta a la apelación al TAS, por el tema del doping, sigue sin conocerse, el ‘9’ no pierde el tiempo y se entrena. No tiene otro objetivo en mente que Rusia 2018. Ese Mundial cuya clasificación costó tanto, y por el que Paolo luchó y guerreó en cada pelota dividida, como si fuera la última de su vida.