El fútbol es un deporte pasional, donde entra a tallar en gran medida la personalidad de los jugadores. Existen muchos que saben reconocer sus errores y dar un paso al costado a la hora de una trifulca, pero otros no son así, y el orgullo sale a relucir.
Por ejemplo, Verón y Sorín, desde que tuvieron una pelea en un partido de Champions cuando defendían a su club, no pudieron verse las caras nunca más. Cuando uno era convocado a la selección, el otro declinaba el llamado.
El siempre temperamental Zlatan Ibrahimovic también protagonizo una pelea con el norteamericano Onyewu, quien le dejó una costilla rota.