Muchas cosas pueden decirse de un estadio de fútbol. Es, en principio, un amplio recinto con graderías destinado a competencias del balompié. Una arena inmisericorde en la que dos rivales pugnan por el honor. Un pretexto para dar la mano a 800 mil damnificados por el terremoto que asoló México. Un emblema del club Boca Juniors en el que se juega algo más que una participación mundialista. Un signo elocuente de la sociedad y cultura de todo un país. La cima de un iceberg.
Cuando la selección y el fútbol nos une: el terremoto en México y otros casos [INFOGRAFÍA]
En Alemania, hace dos semanas, aquello del signo elocuente tuvo una demostración magnífica. Bibiana Steinhaus, comisaria del estado de Baja Sajonia, exdefensa durante su etapa de futbolista en menores y, sobre todo, mujer, se convirtió el pasado 10 de septiembre en la primera árbitra en dirigir en la máxima categoría de la Bundesliga. El hecho, inédito en las cinco grandes ligas de Europa, tuvo lugar en el Estadio Olímpico de Berlín, en un partido entre el Werder Bremen y el Hertha BSC.
En concordancia con la fecha histórica, el cuadro local decidió rebajar a la mitad el precio de las entradas a mujeres, lo que se tradujo en una asistencia femenina superior al promedio.
A diferencia de lo que suele suceder aquí, las voces disonantes no tuvieron tanta presencia mediática. Incluso tabloides señalados de amarillistas como Bild festejaron a lo grande la decisión de la Federación Alemana de Fútbol.
Los jugadores Frank Ribery e Iker Casillas también felicitaron a la alemana a través del viralizado hashtag #Steinhaus. Alemania era una fiesta. ¿Perú alguna vez lo fue?
El caso del fútbol peruano
Silvia Reyes, la primera (y única) árbitra principal en dirigir en la Primera División de fútbol varonil de Perú, conoce de sobra los múltiples rostros de un estadio de fútbol. Cuenta con una carrera profesional de 16 años. Participó en 8 torneos sudamericanos y 4 mundiales femeninos. Supo sortear los maltratos de la hinchada, los jugadores, dirigentes y algunos periodistas hasta que un domingo del 2008 que difícilmente olvidará, se estrelló contra el iceberg.
Mario Leguizamón, uruguayo otrora jugador del Deportivo San Martín, fue expulsado por Reyes. Captado por un reportero segundos después de salir de la cancha, el mediocampista hizo comentarios que irremediablemente lo disminuyeron. El club decidió suspenderlo y luego apartarlo de su plantel.
Leguizamón no estuvo ni está solo. El actual arquero del Sport Boys Fernando Martinuzzi, los retirados Rainer Torres y Luis Núñez y una interminable lista de jugadores que militaron en algún equipo local comparten los ánimos machistas del uruguayo.
El periodista Silvio Valencia agredió verbalmente a la jueza de línea Yelier Flores en su programa de Radio Exitosa. Los altísimos niveles de violencia que alcanzaron sus palabras no fueron, sin embargo, motivo de despido. Sí lo fue un altercado que sostuvo con el delantero Johan Fano.
“Me van a odiar”, advirtió. No se equivocó.
Silvia Reyes se tomó una licencia de maternidad en el 2009 y, desde entonces, por más que afirma estar en excelente condición física y asistir a todas las charlas técnicas posibles, no ha vuelto a ser considerada para arbitrar un partido de Primera División.
Por Rollin Cafferata