En mayo del 2014, Lionel Messi renovó con el FC Barcelona por cuatro años más, cerrando con una cláusula de rescisión de 250 millones de euros y un sueldo anual de 20 millones de euros más objetivos, con la consigna de renovarle un par de años después. El tiempo ha pasado y, cuando creíamos que el argentino seguía en la lista de renovaciones, se reveló que ya había rechazado la propuesta.
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Primero se entendió que el 10 de los catalanes había puesto condiciones: tener un equipo de nivel que lo ayude a seguir siendo el mejor del mundo, aumentar su sueldo y tener la oportunidad de retirarse en Newell's Old Boys, club que lo vio nacer en el deporte rey.
El problema se generó por el contexto que Lionel Messi. Los papeles de renovación se generaron cuando se encontraba de viaje, por vacaciones, en Ibiza junto a su familia, inclusive después de haber perdido una tercera final consecutiva en menos de tres años (en este caso ante Chile por la Copa América Centenario). ¿Nadie consideró su estado anímico?
Si a lo anterior le sumamos el problema judicial por evasión fiscal, todo se agudiza. Lo que estaría esperando el delantero es finalizar su contrato a mediados del 2018 y recién analizar su futuro. Por la cercanía y confianza que mantiene con Pep Guardiola, el Manchester City podría ser una buena opción.
El tema no está cerrado, se sabe que ahora por lo menos el papá de Messi, su representante, tiene planeado sentarse a conversar con Josep María Bartomeu, dirigente azulgrana, quien por ahora está tranquilo porque confía en que no paguen su cláusula de rescisión.
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