Jefferson Farfán debutó un 28 de Julio, en el día de Fiestas Patrias. Y esta es la historia reveladora del día que comenzó a cosechar su éxito profesional. En ella influyó ‘Doña Charo’, su madre; Alianza Lima, su casa; Jaime Duarte, el técnico que confió en él.
Por Jaime Duarte: El feliz 28 de Julio de Jefferson Farfán”
Es Julio del 2001. Soy el encargado de la Sub 17 y 20 de Alianza Lima
Habían contratado a Paulo Autuori, junto a un equipo con presupuesto extraordinario, para ganar el campeonato del 2001 por el centenario del club. En Julio se acabó el dinero y Alianza Lima, por ende, es un comodín andante.
Veo de lejos cómo se despiden del club Paulo, Pepe Soto, Marko Ciurlizza y otros jugadores. Entonces, me encargan el equipo, un equipo quebrado, pero con muchas promesas en menores. Yo creo en ellos. Por eso, le exijo a Carlos Carpio, el jefe de equipo, que dos jugadores de las divisiones menores, que yo conozco de cerca, sean promovidos al primer equipo.
Se trata de Paolo Guerrero y Jefferson Farfán. Ambos tienen 16 años, juegan juntos en la categoría 84’, la rompen. ¿Cómo no subirlos al primer equipo? No importa. No importa que ni siquiera hayan jugado en la Sub 20 y que nadie los conozca. Al menos siento que mi decisión está bien direccionada, porque a Jefferson lo conozco desde que tiene 10 años de edad y lo tuve en Deportivo Municipal.
Soy consciente de que mi decisión es muy arriesgada para los ojos e intereses del marketing. No soy un técnico top como Autuori, que se fue de Alianza sin conocer a los jugadores de la categoría 84’, donde juegan Wilmer Aguirre, los hermanos Guizasola. Pero ya tomé la decisión.
EL JUEVES DE PAOLO Y FARFÁN
Han pasado dos días. Ya es jueves y tenemos que jugar el sábado un amistoso contra CNI en Iquitos. Estoy en Matute y jugaremos un partido de práctica, comandada por un defensa recio llamado Cristian Grotto. Pero Farfán y Paolo lo bailan, lo rompen, mejor dicho.
Acaba la práctica y el brasileño me pregunta: “¿De dónde salieron estos chicos?”. “Hay muchos de esos en las menores, en la Sub 17”, le respondo. Se va y yo me voy contento con los míos, porque tenemos que viajar al calor de la selva.
Es sábado. Llego al aeropuerto Jorge Chávez y solo veo a Farfán corriendo, pero Paolo no está. ¿Por qué no está? Porque sus papás han decidido venderlo, por lo bajo, a Bélgica. Ellos pensaron que su hijo podría quedar enganchado en Alianza, si jugaba aunque sea un partido amistoso. No le dieron permiso, pues.
EL DEBUT QUE CUENTA PERO NO SE CUENTA
En el equipo está Roberto Farfán, el tío de Jefferson. Le comento que su sobrino jugará con él faltando 30 minutos para que acabe el partido, y su misión, como tío, es proteger al menudo jugador de 55 kilos.
El partido fue duro. Acabamos 0-0 el primer tiempo. En el segundo tiempo, saco a Eduardo Esidio para que ingrese Jefferson Farfán. Entra canchero, suelto y corre una barbaridad. Pasan los minutos anota el gol de la victoria. Punto. Mi decisión está tomada: Lo llevaré a Nueva York para jugar un amistoso contra Las Águilas de El Salvador. Mi muchacho se lo ha ganado.
LA CARTERA PARA DOÑA CHARO Y PERICO LEÓN
Es 24 de Julio. Estamos en el hotel Sheraton de New York. Y veo a Jefferson Farfán mirando por las ventanas las tiendas de ropa para mujer. Su mirada solo se detiene en las carteras. Por eso le pregunto: “¿Por qué las miras tanto?” “Quiero una para mi mamá, ‘Doña Charo’”, me responde.
Farfán está enamorado de su madre, que trabaja como papá por las noches bailando festejo. Por eso me animo a hacerle una apuesta: “Si metes un gol, te regalo la cartera para que se la des a tu mamita”.
En el estadio me encuentro a Pedro Pablo ‘Períco’ León y lo invito a sentarse en el banco de suplentes junto a mí, porque quiero que vea a un chiquillo moreno y correlón que lo va a cautivar en el duelo amistoso contra el campeón de El Salvador.
Sale Gustavo Roverano, entra George Forsyth. Salen otros y entra Jefferson Farfán. Está desesperado por anotar y logra poner el 4-1 a favor de Alianza Lima. Corre, otra vez, desesperado para celebrar su tanto y me pregunta: “¿Y la cartera?” Reímos juntos. Y claro, caballero pues. Tengo que pagar mi apuesta.
EL DÍA DEL DEBUT, LA DECISIÓN MÁS DIFÍCIL
El 25 de julio. Estamos en Perú. Me entero de que Ivan Brzić es el nuevo técnico de Alianza y yo seré su asistente. Nuestra primera misión es ganarle a Deportivo Wanka de Roberto Mosquera. Brzić ha hecho la lista de jugadores que estarán en el duelo que se desarrollará en Matute, y Jefferson Farfán no figura en ella. ¿Qué hago?
Me atrevo a exigir a Brzić la presencia de Farfán. Él solo me dice: “ese es tu problema”. Lo incluyo en la lista. Y, rápidamente, llamo a ‘Doña Charo’ a pedirle que aliste a Jefferson Farfán, porque debutará como jugador profesional.
Es 28 de Julio. Es momento de la verdad. El Wanka nos está empatando en Matute. La gente pifia. Pero es momento de que Farfán debute. Y le digo: “anda a calentar a sur porque vas a entrar”.
La exigente hinchada pasa de los silbidos a las risas de ver a un jovencito moreno trotando. El polo le baila. En fin, la gente está enganchada con él.
Faltan 25 minutos para que acabe el partido. Waldir Saenz tiene que sacarse la cinta de capitán, porque va a ingresar Farfán. El ‘10’ se sorprende de su cambio, se lleva la mano al pecho y me pregunta: “¿Yo? ¿Está seguro?”. “Sí, tú”, le respondo.
Jefferson Farfán entra con la camiseta número 25 en el dorsal. Se saca al marcador izquierdo con pura magia y Alianza Lima casi anota. No hay duda: su calidad vio la luz del éxito.
Es 28 de Julio del 2019. El Perú está de fiesta. Farfán nunca olvidará toda la historia detrás de su debut. Perú ha celebrado sus goles con la Selección y él sigue jugando como si tuviera 16 años. Es mundialista y, ahora, subcampeón de América.
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