Con la fe intacta. Los días pasan y es importante mantener la calma. Saber que la familia está lejos de un brote masivo tranquiliza, pero Kevin Santamaría es consciente de que es solo cuestión de tiempo para que el coronavirus, que está cobrando la vida de más de 11,300 personas en todo el mundo, llegue a El Salvador. Eso hace que la angustia lo invada más, así que toma un respiro y piensa en el siguiente ejercicio que mandó el comando técnico de Deportivo Llacuabamba.
No es fácil la cuarentena para el volante salvadoreño, más conocido como el ‘Cristiano Ronaldo’ en su país, quien llegó a inicios de este año a Perú para ser parte del recién ascendido cuadro de Cajabamba. Hay días difíciles, pero prefiere ser positivo y tener mucha fe en Dios para solo esperar lo mejor en este ambiente de incertidumbre.
“Estoy aquí con algunos de mis compañeros. El poder practicar a uno le cambia el ánimo y lo motiva, pero no voy a negar que hay momentos que pegan fuerte, por la lejanía y por no estar al lado de la familia. Solo queda ser positivo, trabajar y tener fe de que esto terminará pronto. En dos semanas estaremos bien, espero que se arregle todo y podamos volver a la normalidad”, confiesa Santamaría a Depor.
¿Cómo son los días de Kevin desde su hotel en Cajabamba?
La rutina sigue siendo la misma. El volante de D. Llacuabamba cumple con sus horarios, como si el calendario de partidos no se hubiera alterado. Ejecuta sus ejercicios, sigue el plan nutricional que le corresponde y luego vuelve a su habitación, para cumplir con su responsabilidad de guardar aislamiento social. La melancolía lo golpea, pero no deja que lo domine.
“Pese a este ambiente de incertidumbre, lo mejor que podemos hacer es mantenernos positivos y actuar con solidaridad. Todo esto que estamos pasando podemos vencerlo siendo solidarios y no poniendo en riesgo a más personas. Creo que eso es lo más importante, todo está en nuestras manos”, indica Kevin.
Sus compañeros también son importantes. Se juntan para las comidas -claro- sin descuidar las medidas de seguridad y trabajan diario para mantener su estado físico, para cuando se reanude el torneo local. Los días se hacen llevaderos y eso es todo lo que cuenta, hasta que una llamada lo devuelve, por un momento, junto a su familia.
La inspiración de Santamaría
Para abril, Kevin tenía previsto la llegada de sus tres grandes amores, las que día y noche preguntan por él y hacen que se esfuerce cada día por ser el mejor: su esposa y sus hijas. “Tengo dos princesas que son mi alegría, pero el saber que mi esposa está sola con ellas en este momento me llena de tristeza. Solo me queda mantenerme positivo y fuerte para inspirarles eso a mi familia”, admite.
Un nudo en la garganta puede interrumpir su habla, pero respira y el recuerdo de sus padres lo anima. Ellos están en El Salvador, por lo que al menos su presencia puede ser de gran alivio para sus ‘chicas’, pues entre ellos se cuidan. Sin embargo, no deja de preguntar por ellos y consulta por sus cuidados, ya que escucha en las noticias que son los adultos mayores a los que más afecta el coronavirus.
“Trato de estar siempre en comunicación con mis papás para decirles que acaten órdenes, aunque a veces sea complejo que hagan caso. Cuando los llamo les digo que se cuiden, que se los quiero y que espero que esto acabe pronto, para volverlos a ver y llenarnos de alegría y fuerza juntos”, narra Kevin.
La noche cae y es momento de descansar. El día fue llevadero -los amigos causan ese efecto-, lo que hace que la melancolía no llegue a invadir a tal punto que le impida levantarte al día siguiente. Kevin tiene fe y confianza. Tiene fuerza y es todo lo que necesita para continuar. “Hay que seguir saliendo adelante”, se repite.
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