Pocas personas tienen la convicción de seguir un rumbo en la vida, desde muy chicos. Para quienes lo tuvieron claro, como es el caso de Martín Pérez Guedes, volante de Melgar de Arequipa, solo fue cuestión de perseverancia, porque carácter había y de sobra. Si bien se recuerda a sí mismo como un chico disciplinado y con las ideas definidas, el futbolista tuvo que pasar algunos años para entender, con la madurez y experiencia que te da la vida, que en el deporte se necesita más que solo ser bueno con la pelota.
Desde los seis años, Martín ya mostraba una clara inclinación por el balompié, gracias a su hermano Francisco, siete años mayor que él y que le enseñó que no hay nada más bello que este juego. Su lugar favorito era la calle, como bien recuerda, en su añorado Tres Arroyos, un pequeño poblado ubicado a 498 kilómetros de distancia de la ciudad de Buenos Aires. “Cuando éramos chicos antes vivíamos en la calle todo el tiempo, jugando a la pelota siempre”, cuenta a Depor.
Sin embargo, ese gusto por el balón se fue tornando más intenso. Pérez Guedes dejó los partidos de barrio e ingresó a las divisiones de menores de Huracán Tres Arroyos, equipo de la Tercera División Argentina, el cual vio en él el talento necesario para destacar. Tanta fue la disciplina y perseverancia que mostró que a los 15 años debutó en un duelo oficial. Todo estaba escrito para ser uno de los mejores de su ciudad, pero hubo sacrificios que hacer para lograrlo.
Martín decidió cambiar las reuniones con amigos en días de continuo trabajo, incluso, a costa de estar con su familia. “Los últimos dos años en Tres Arroyos estuve solo [desde los 16 hasta los 18], por decisión propia en un internado, porque mi familia se mudó a Buenos Aires a vivir y yo me quedé solo, para seguir jugando. Mi madre siempre me apoyó en ese sentido, me dio esa libertad”, una decisión que tiempo después lo llevaría a ser ‘jalado’ a Olimpo para disputar la liga profesional a la mayoría de edad.
Pérez Guedes recuerda la primera noche en la habitación de hotel, donde se quedó al llegar a Bahía Blanca, antes de incorporarse a Olimpo. Dicha velada fue triste, con tonos de melancolía y recuerdos de una niñez dividida entre tareas escolares y prácticas: “pasaba las mañanas estudiando y en las tardes entrenaba. Me toca entrenar martes y jueves, pero los lunes, miércoles y viernes iba con una categoría mayor para así estar todos los días. [...] Recuerdo muchas cosas, pero más que esa noche fue dura”.
Si bien esa velada fue difícil, la mañana siguiente significó un nuevo comienzo para Martín. En los entrenamientos comenzó a destacar entre sus compañeros, que vieron en el ‘guacho’, apodo que trajo desde Huracán, a un ‘pibe’ que la rompía con la pelota. No tardó mucho para que otra institución se fije en él: Racing Club. Si bien tuvo momentos inolvidables en esta institución, también le trajo lecciones que hasta el día de hoy lleva consigo.
Salto de madurez
Llegar a Racing Club fue una experiencia que, como Martín admite, fue un gran salto, aunque “no sé si estaba preparado”. “Pasó todo muy rápido, pasar de jugar la tercera categoría, luego saltar a Primera y después que me lleve un equipo grande. Por allí no supe si estuve preparado, con tan corta experiencia que tenía, pero sí fue importante, porque fue un gran paso. Conocí grandes compañeros y grandes técnicos que me ayudaron a lo que soy hoy”.
¿Cuándo uno se da cuenta que la entrega en el fútbol también debe ir acompañada de tranquilidad mental? Pérez Guedes lo tuvo que prender en el camino. Aquel primer año tuvo un arranque estupendo, cuatro fechas consecutivas como titular y su puesto fijo en el once para enfrentar a Independiente, en el clásico de Avellaneda. Sin embargo, no todo sucede como se esperan: “No lo hice muy bien, perdimos en la cancha de ellos y lo que sucede en estos clubes grandes es que no tienes margen de error y eso me marcó mucho”.
Pese a ello, hubo dos ocasiones que, hasta el día de hoy, están impregnadas en su retina y en las de sus familiares: anotarle un gol a River Plate y dos a Boca Juniors. “Son experiencias únicas que te quedan grabadas para siempre, por tener la posibilidad meterles goles a Boca y a River. Eso no pasa todos los días”, recuerda Martín, quien con estas experiencias llegó a otra conclusión en su vida, la misma que hasta el día de hoy lleva consigo.
“Hoy puedo decir que tengo 30 años y desde hace tres, desde que fui a Defensores de Belgrano, comencé a disfrutar más el fútbol. Creo que me encuentro en una etapa donde estoy disfrutando de jugar este deporte, que antes, cuando era chico, al pasarme todo tan rápido, no lo hacía de la mejor manera, porque en cierta forma me presionaba solo. No sé si tenga que ver la maduración extra futbolística, como tener un hijo u otros temas, pero terminas sacándote esa mochila de encima”, afirma un Martín mucho más centrado y más maduro.
Su paso por la India
Para mediados del 2019, Pérez Guedes tuvo que lidiar con otros aspectos que escapaban de sus manos y que, al fin y al cabo, le sirvieron como anécdotas para reírse con su familia y amigos. Ese año migró a la India, país con comida, cultura, idioma y hasta un estilo de juego distinto, pero que lo sorprendió por cómo se manejaba el torneo, pues, según cuenta, “es una liga muy parecida a las ligas de exhibición, como la MLS, donde hay mucho marketing, estadios grandes, mucha gente, césped espectacular”.
No obstante, había una arista que no esperaba: la llegada de su segundo hijo, en medio de cambios institucionales en el nuevo club. “Cuando yo firmé, el club se llamaba Delhi Dynamos, por la capital Nueva Delhi, pero en plena pretemporada el dueño decide mudarse de estado y le cambia el nombre al equipo. Luego, la ciudad donde estábamos, el estadio no estaba preparado, así que teníamos que ir a jugar a otra localidad y allá las distancias son muy largas. Encima, como no había campo de entrenamiento, lo hacíamos en Bombay, que eran tres horas en micro”, recuerda.
Aunque fue un “caos”, como el propio jugador recuerda, ahora lo conversa entre risas por los grupos que tiene de WhatsApp con sus excompañeros del Odisha FC, ya que no solo le dio otra perspectiva del fútbol y lo que busca para sí mismo y su familia, también le enseñó de lo que es capaz en tierras extranjeras. Tras casi un año en India, vuelve a Argentina por unos meses para vestir los colores de Gimnasia y La Plata, para luego arrancar su 2021 en Perú.
Su presente en Melgar
Su paso por San Martín la temporada pasada (con 27 partidos jugados, ocho goles y dos asistencias) le dio las cartas necesarias a Martín Pérez Guedes para llegar este 2022 a Melgar, club donde ya lleva dos cotejos este año, con un gol y una asistencia. Arequipa lo acogió a él, su esposa y sus dos pequeños con todo el cariño que solo la ‘Ciudad Blanca’ lo puede hacer, tal y como ya le habían contado sus colegas, antes de la mudanza.
Con todo ello cubierto, solo resta plasmar todo el trabajo de los entrenamientos a la cancha. “Sabemos que estamos representando a un club importante, que aspira a cosas grandes”, afirma Martín, aunque considera que la consigna es ir partido a partido, incluso, sabiendo que los duelos de ida y vuelta contra Cienciano, por el pase a la fase de grupos de la Copa Sudamericana 2022 están a la vuelta de la esquina. “Primero son los objetivos más cercanos”, asegura.
Esta temporada recién empieza y el volante argentino se perfila como uno de los fijos de Néstor Lorenzo: “Si uno quiere aspirar a cosas grandes, primero debe pensar en los objetivos cortos y el que se viene es Sport Huancayo. No vamos a negar que los partidos de la Sudamericana están a la vuelta de la esquina, pero tratamos de tener la cabeza enfocada en cada duelo que debemos jugar”. Con ello claro, solo resta esperar a los cotejos que se vienen este año.
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