En las pichangas del barrio, él siempre se ponía los guantes. Tenía solo ocho años, pero ya sabía lo que quería ser de grande: arquero. La mayoría hablaba de la garra del 'Puma' Carranza, de los goles de Eduardo Esidio y Piero Alva, de ese Universitario que parecía jugar de memoria. Miguel Trauco, en cambio, prefería hablar de Óscar Ibáñez. Era su ídolo. Y como él quería ser. Practicaba en los partidos con sus amigos, en Tarapoto (donde nació en 1992), pero nada más. Seguía siendo un niño.
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Sin embargo, su sueño de ser futbolista no era visto por su familia como una ilusión de esas que tienen casi todos los chiquillos de su edad. Su abuelo (también llamado Miguel), fue futbolista amateur de la liga provincial y departamental de su región. El talento estaba en los genes. Lo apoyarían, pero con un pedido especial: que no juegue debajo del arco. "Quiero que seas el de los goles", le dijo su papá. Pero no fue ese pedido lo que le hizo cambiar de opinión, sino su estatura. Su 1.75 m. (11 cm. menos que Ibáñez) no bastaba.
Con un 'viejo' recontra hincha de Universitario de Deportes, no fue una sorpresa que viaje a Lima para hacer las divisiones menores en el club. Quienes lo vieron, no dudaron en colocarlo de '10'. Su juego pensante y ofensivo, y sus buenos pases fueron decisivos. Él no se hizo problemas y ahí se quedó. De '10'. Siempre de '10'. En Virgen de Chapi, Bolognesi de Tacna y Unión Comercio, club con el que, en 2010, ganó la Copa Perú y subió a Primera División.
En su primer año como profesional, estuvo muy cerca de cumplir el sueño de su papá. Jugaba de extremo por izquierda, muy cerca al arco rival, y hasta anotó dos goles. El lateral del equipo era, en ese entonces, Jairo Talledo. Pero en 2012 todo cambió: Comercio se quedó sin marcador y el DT Julio César Uribe se vio obligado a improvisar. ¿El elegido? Miguel Trauco. Y no solo por su buena zurda, sino también por su recorrido y sus centros precisos, algo que fue perfeccionando con el tiempo.
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Por esos atributos, el 'Genio' (como lo bautizó uno de sus entrenadores cuando recién empezaba) llegó (o volvió) a Universitario. Lo hizo como lateral izquierdo. Sus buenas actuaciones le valieron no solo la titularidad en Universitario, sino también en la selección. Salvo un partido Paraguay, siempre jugó los 90'. Y aunque no entraba tanto al área, siempre fue letal: tuvo 11 asistencias (10 con la 'U' y una con la bicolor) y un gol (con la crema).
El 28 de octubre, Roberto Chale sorprendió a todos, menos a él. Lo haría jugar al día siguiente, ante Alianza Atlético, en la volante, al lado de Diego Guastavino. "Es la primera vez que jugaré de '8', pero yo ya jugué antes de '10'", explicó el jugador. "Hace fútbol y marca, y hasta me aparece de '10' con gol", dijo el técnico de Universitario. Era verdad: a Trauco no solo le fue bien en su nuevo (o viejo) puesto, sino que hasta anotó por primera vez con la crema.
Los dos siguientes partidos (contra Comerciantes Unidos y San Martín), arrancó de lateral izquierdo, pero en el segundo tiempo pasó a la volante. Podría decirse que cumplió, pero seríamos egoístas. Gustó y sorprendió. Apoyó a Balbín en la contención, pero nunca descuidó el ataque. Se entendió con Diego Manicero y Andy Polo. ¿Buen ojo de Roberto Chale o talento de Miguel Trauco? Puede que ambas cosas. Porque el DT crema tuvo el atrevimiento de cambiar de puesto a su pieza más regular, pero el 'Genio' es un jugador que juega siempre bien. No importa dónde lo pongas.
El futuro de 'Miguelito' no está en Perú. El chico que se ponía los guantes en su barrio, ese que soñaba con ser como Óscar Ibáñez, está cerca de alistar su pasaporte y armar sus maletas. ¿Flamengo de Brasil, Monarcas Morelia de México o Montpellier de Francia? Solo él y su representante, 'Pepe' Chacón, saben con certeza qué camiseta tiene más chances de ser su nuevo uniforme. Lo cierto es que las propuestas existen y la idea de irse también. Virgen de Chapi y Bolognesi de Tacna fueron sus escuelas. Comercio, un trampolín. Y Universitario la vitrina que hizo, de este chico de 24 años que no pierde la humildad, un jugador de exportación que, esperamos, no deje de crecer. Ni de creer. Porque si sigue jugando como juega, lo mejor recién empieza.
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