Por un lado, Juan Reynoso se ciñe al libro europeo y ejerce el fútbol moderno. Por otro, Roberto Chale es fiel a la biblia y profesa el tradicionalismo. El primero ve a España en su televisor a colores. Y el segundo recuerda los consejos de su ex técnico Didí que lo dirigió en el Mundial México 70.
Ambos técnicos volverán a verse las caras en Arequipa. Pero uno quedará fuera de la final del Torneo Descentralizado. Por ahora, Reynoso lleva la ventaja tras ganar en el Nacional por 2-1.
A) Reynoso es el técnico protagonista de su propio esquema. En la rotación de jugadores, nace parte del éxito de su convicción. Ninguno de sus pupilos se cree titular, ni indispensables en un once que entrega todo en la cancha. Evidentemente, el 'Cabezón' tiene una plantilla extensa, la misma que él diseñó a inicios de año pensando en mantener a la par la participación de dos torneos: el Descentralizado y la Copa Libertadores. Internacionalmente, la historia fue otra.
Reynoso prioriza el cero en su arco. Crea dos líneas de juego bien marcadas y los puebla con cuatro hombres de buen pie polifuncionales. ¿Por qué? El exUniversitario y Bolognesi invita a sus rivales a avanzar hasta tres cuartos de cancha y, una vez dentro de esta zona, los asfixia para quitarles el balón, a fin de crear el contragolpe rápido. Eso sí, en tres o cuatro toques, sus hombres están obligados a llegar a campo contrario para liquidar con su único delantero. Así, Bernardo Cuesta se hizo goleador de Melgar con 20 tantos.
B) Los esquemas que diseña Roberto Chale giran en torno a su bloque ofensivo: siempre con dos extremos rápidos, un '10' y un punta letal. De hecho, al ex DT de Alianza Lima le gusta que sus hombres de arriba sean – siempre- los protagonistas. Por eso, a lo largo del campeonato, no tocó del once titular a Polo, Guastavino, Gómez y Rengifo (Ruidíaz, en su momento). Chale, por supuesto, se acomoda además a la organización de esquemas tradicionales: con cuatro hombres en la defensa y dos enganches obligados a la recuperación del balón.
Para Chale, las individualidades están por encima del trabajo en conjunto. Además, su obsesión se centra en defender lejos de su propia área y atacar mucho por las bandas. Desde su lectura, un equipo llegará al gol mientras más tiempo la pase en campo contrario. Y sin darse cuenta, el estratega descompensa su última línea con la población de pocos hombres y sufre mucho cada vez que lo contragolpean. Jhon Galliquio ni Diego Rodríguez fueron solución.
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