Juan Carlos Mariño: "No me arrepentí por irme de Alianza Lima"

Nació en La Victoria y es hincha 'grone'. Pero ni bien llegó a Matute, Juan Carlos Mariño emigró. Vivió rarezas en Albania, jugó en Lanús a los 17 y nos regaló golazos con la bicolor.

Cuando uno piensa en , vienen a la cabeza sus golazos con la ‘sele’ a Uruguay y Bolivia. Con 35 años, aún la mueve en Cantolao, y al verlo uno se acuerda de que estuvo en Hércules, la rompió en Cienciano y tuvo un pequeño pero exitoso paso por Sporting Cristal.

Al 'Burrito', en , no lo recuerda casi nadie. Se entiende, pues fueron solo cuatro partidos y anotó un gol: ni bien empezó aquel 2007, lo llamaron desde España y ‘arrancó’. Una acción de la que no se arrepiente, aunque no coincida con sus raíces: nacido en El Porvenir e hincha de la blanquiazul.

¿Te hubiese gustado jugar más tiempo en Alianza?
En esa época estaba muy contento de haber firmado por Alianza Lima, pero surgió la posibilidad de ir a España, y terminó siendo la mejor etapa de toda mi carrera.

¿Te arrepientes de haber jugado poco en Alianza?
Para nada, porque fue lo mejor que me pasó en el extranjero. Lamentablemente, tuve que volver por un problema con mis papeles.

¿Y nunca pensaste en regresar a Matute? Naciste en La Victoria y eres hincha
​Me hubiese gustado regresar, sí, pero no se dio. Sin embargo, pese a que estuve poco tiempo tengo buenos recuerdos en Matute.

¿Qué diferencias encontraste entre el vestuario de Alianza y el de Sporting Cristal?
Creo que un vestuario lo marca la gente que lo conforma, desde la cabeza hasta los jugadores. Cristal es un equipo más serio, más ordenado para hacer las cosas, y así también era su vestuario. El de Alianza no. Era muy de barrio, como se dice. Muy popular. Había harta ‘chacota’ y se caracterizaba por tener mucha alegría

¿De qué equipo es hincha Juan Carlos Mariño?
​Siempre le he tenido cariño a Alianza Lima. En realidad, mi hermano me llevaba al estadio cuando era chico. Eso generó ese sentimiento. Además, vivíamos a solo cinco cuadras de Matute y no podíamos ir a otro estadio porque era lejos.

¿Qué fue lo más complicado de jugar en Albania?
El idioma se me hizo muy difícil de aprender. Lo bueno es que tenía un traductor a mi disposición. Además, el frío era terrible, y muchas veces se jugaba en plena nevada.

¿Por qué te fue mejor en Hércules?
Fue espectacular. Tuve continuidad y jugué muchos partidos con Hércules, pero lastimosamente no me pude quedar por un tema de la embajada de España. Tuve que regresar a Perú y cuando volví ya habían cubierto sus plazas de extranjeros. Me dijeron que me quedara a entrenar, pero ya no volvió a ser lo mismo y tuve que regresar al Perú.

¿Qué trabas te puso la embajada de España?
Ellos adujeron que tenía que seguir un conducto regular para salir del país, por aquellos años habían muchos problemas con eso. Igual, fue mi mejor experiencia lejos del Perú.

¿Sientes bronca por eso?
Claro que sí, porque no se dieron las cosas como las pensé. Jugar en España me hizo crecer un montón, me hubiese cambiado la vida, pues considero que hubiese sido mejor irme de otra manera de allá.

Sus inicios en el fútbol

A los 17 años llegaste a Lanús. ¿Qué recuerdas de tu experiencia en ese equipo?
​Fue una bonita etapa la que pasé en la pensión junto a Donny Neyra, Diego Manicero y Alonso Rey. Al principio no jugaba y eso me hacía sentir muy mal, pero conforme pasó el tiempo tuve más chances de jugar, pues me adapte rápido al estilo de juego.

¿Con qué te quedas de tu etapa en Argentina?
Me ayudó mucho a mejorar mi juego, perfeccioné bastante mi técnica. La competencia en menores era muy fuerte.

Donny Neyra contó que en una pichanga te agarraste a golpes con el ‘Ogro’ Cristian Fabbiani. ¿Cómo fue eso?
Fue un hecho del momento, una calentura que sucedió tras una jugada fuerte. Yo le encaré y discutimos, pero todo quedó ahí, es que son cosas que suceden en un entrenamiento.

¿Cómo te llevabas con Diego Manicero, actual volante de Universitario?
Él era un peruano más, le encantaba andar conmigo, Donny y Alonso Rey. Pasaba mucho tiempo en nuestro cuarto. Incluso, ahora que recuerdo, trataba de hablar como peruano (risas).

¿Recuerdas alguna travesura que hiciste junto a Manicero en Lanús?
No recuerdo una con él en estos momentos. Lo que te puedo decir es que era un chico que extrañaba mucho a su familia e incluso estuvo a punto de dejar el fútbol. Felizmente, se dio cuenta de toda su capacidad. Además, como te digo, le gustaba mucho estar al lado de nosotros.

¿El momento más duro en tu carrera fue lo que te pasó en León de Huánuco? Se habló de una enfermedad grave.
Sí, me salió un pequeño encondroma (tumor benigno). Fue un gran susto, porque me salió en el dedo del medio del pie. Por suerte me atendieron rápido. La operación fue todo un éxito y, por eso, ese 2015, que estaba en León, no jugué mucho.

¿Y Cantolao que significa para ti?
​Le debo mucho a esta institución. Es que me ayudó económicamente para poder trasladarme a los entrenamientos. Yo sabía que en casa no abundaba el dinero, pero siempre mis padres hicieron el esfuerzo para que nunca dejara de jugar al fútbol.

¿Cuál fue el gol que más te gustó de los que anotaste con la ‘mica’ de la bicolor?
Anoté pocos, pero algunos fueron golazos como los que hice ante Uruguay y Bolivia. Y también el que marqué contra Colombia, porque teníamos mucha presión sobre nosotros. Todos fueron muy especiales.

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