Nuestra Selección Sub 20 nunca clasificó a un Mundial. Ni antes de la bolsa de minutos, ni después. Nunca clasificó. La Sub 17, en donde los futbolistas aún no son profesionales, logró ir a dos competencias mundialistas. Una en el 2005 por ser el organizador, y la otra en el 2007 con un equipo que ilusionó a todos liderado por Reimond Manco. Hoy la realidad nos marca que el único del plantel que siguió el curso de selección fue Pedro Gallese, que en ese momento fue suplente de Eder Hermosa. Salvo Irven Avila, los demás hoy merodean por algunos clubes de primera sin destacar, y la mayoría desapareció en su intento de jugar al fútbol.
A partir de la participación del equipo de Juan José Ore en el Mundial de Corea 2007, se quiso promover a los menores en la primera división y se instaló la famosa bolsa de minutos. En el 2008 los técnicos se vieron obligados por primera vez a usar a futbolistas de 19 años por 1170 minutos en el Apertura y Clausura. Escribo “obligados” porque estoy seguro que en cualquier parte del mundo los entrenadores de primera quieren utilizar lo mejor que tienen en el plantel sin ver la edad. En ese momento, lo solucionaron tirando un equipo de juveniles en un solo partido y así se acercaban a cerrar los números. El caso más recordado es el de Juan Carlos Oblitas, hoy director deportivo de la FPF, cuando alineó en Sporting Cristal a un equipo plagado de juveniles para enfrentar a Cienciano en Cusco. El partido termino 4 a 0 en contra.
La regla de la bolsa fue mutando año a año, pero los resultados fueron los mismos: Entrenadores insatisfechos que utilizan a jóvenes jugadores por necesidad y no por convicción. Futbolistas que no terminan un proceso de formación y debutan sin estar listos. Y equipos que ven a los menores como un gasto y no como una inversión. Es obvio que hay excepciones en estos tres puntos, es decir, casos de éxito, pero es la gran minoría en un mundo de informalidad.
En un país, en donde puede haber ascenso para un equipo de barrio a través de la Copa Perú, ¿es correcto obligar a esta institución a usar menores en la profesional sin siquiera contar con una división de menores constituida? Hay una gran contradicción ahí.
No quiero dejar de reconocer que detrás de la bolsa hay una buena intención para que los clubes miren hacia abajo, sin embargo, la bolsa debería ser la cereza de un buen proceso de formación de menores, que en nuestro país escasea. Los equipos que trabajan con seriedad en sus inferiores son contados con los dedos de una mano, los demás dejan mucho que desear.
Soy consciente que la FPF intenta formalizar las diferentes categorías de los clubes, pero mientras ellos no entiendan que esto es vital para su desarrollo como institución, todo esfuerzo es en vano. Y simplemente lo harán por cumplir una regla. Es ahí donde debería atacar el máximo ente de nuestro fútbol, en redoblar esfuerzos para cambiar la cabeza de los clubes.
La Federación debería ver más hacia abajo y no tanto el techo. El que un futbolista debute tendría que ser la consecuencia a un buen trabajo, no una necesidad impuesta. Mientras no se mejoren los cimientos de nuestro fútbol, de sus instituciones, no vamos a clasificar a ningún mundial de menores mereciéndolo, solo podría suceder por pura casualidad.