“Jorge Fossati me está ayudando, hablo mucho con él [...] rescato el lado humano que hay en el fútbol y en la vida”. Quizá las palabras que usó Christian Cueva cuando le preguntaron por el profesor Fossati son las más idóneas para describirlo. Desde su posición, alejado del fútbol por una lesión a los ligamentos de la rodilla que le impide tener actividad y luchando contra el tiempo para volver a las canchas, ‘Aladino’ mostró en su discurso un agradecimiento hacia el técnico de la Selección Peruana. No se conocen de manera personal ni han trabajado juntos anteriormente en un equipo, pero basta una conversación por teléfono y con el corazón en la mano para establecer una especie de relación de padre a hijo. Ese vínculo paternalista ya lo hemos visto antes en la Videna y basta con mirar atrás para saber que funciona. Es un recurso válido y le hace bien a la bicolor. ¿Por qué?
Lo que hace Fossati con Cueva es imposible no compararlo con lo que en su momento hizo Ricardo Gareca con el mismo jugador. Cuando el ojo público puso a ‘Aladino’ como blanco de críticas, fue el ‘Tigre’ quien le dio el espaldarazo y la confianza necesarios para empezar su historia con la selección. Era el 2015, previo a la Copa América de Chile, cuando el argentino decidió llevar al ex Alianza Lima, dándole la contra a quienes pedían al siempre disciplinado Cristian Benavente. Fue su primer movimiento como DT y también su jugada maestra, porque lo que vino después fue el nacimiento de un futbolista que resultó irremplazable en la bicolor, siendo clave para la clasificación a Rusia 2018, el subcampeonato de la Copa América Brasil 2019 y el repechaje en Qatar 2022. Han pasado nueve años desde entonces y todavía seguimos buscando otro Cueva.
Esa relación entre Gareca y Cueva es similar a la que Fossati intenta sostener con el futbolista. Pero el ‘Flaco’ no lo hace porque imita a su antecesor, sino porque esa es su manera de ser. El DT de la selección es ese tipo de técnico que trasciende la cancha y entra al terreno personal de los jugadores. Se interesa por lo que sienten, lo que les incomoda y lo que los hace mejores profesionales. Los convence de sus capacidades y los potencia con la fortaleza de sus argumentos. Esa forma de trabajo supone un manual de docencia que el uruguayo ha sabido pulir en su larga experiencia como entrenador. No se le ocurrió hoy ni cuando dirigió a Universitario el año pasado y salió campeón. Esa es su esencia, su naturaleza.
En su primera incursión en el fútbol peruano, Fossati encontró en Piero Quispe a su jugador ejemplo. El uruguayo ‘revivió' al volante cuando asumió la dirección técnica de la ‘U’, tras reemplazar a Carlos Compagnucci. Más allá de los resultados y el éxito deportivo, lo que se vio en Quispe fue un crecimiento constante. Lo cuidó, lo arropó y lo potenció. De ser suplente a inicios de año con Compagnucci terminó como el mejor futbolista de la Liga 1 el año pasado con Fossati. Entonces, hay evidencia de éxito en la manera de trabajar del ‘Flaco’. Y, precisamente, busca repetir esa fórmula con la bicolor, estableciendo un vínculo sentimental con sus jugadores, con aquellos que necesitan más de él en situaciones difíciles.
El mensaje de Fossati para los referentes
Dentro de esa dinámica de trabajo, Paolo Guerrero y Carlos Zambrano también tuvieron acercamientos con Fossati. Cuando ambos estaban sin equipo y sus presentes eran inciertos, el técnico de la bicolor estuvo pendiente de los dos, comunicándose de la mejor manera con ellos para brindarle algún tipo de consejo o recomendación. Y en ese contacto se estableció un vínculo con el ‘Depredador’, quien destacó la relación que mantiene con el entrenador uruguayo y la ilusión que le transmitió por su nueva etapa como seleccionador.
“Converso mucho con el ‘profe’, casi todos los días nos comunicamos por WhastApp. Es una excelente persona y la confianza que deposita en mí es grande. Parece que tenemos una relación de años. No lo conozco personalmente, pero su llegada ha sido increíble, en el mejor momento, va a ayudar muchísimo. Está muy ilusionado y muy motivado. Lo que yo creo que el profesor está esperando con ansías su primera convocatoria”, expresó Guerrero sobre Fossati en L1, y a la vez dejaba claro la intención del técnico hacia el jugador. Y con Zambrano ocurrió algo similar, porque siempre mostró preocupación por el futuro futbolístico del defensor.
Entonces, esa especie de paternalismo que Fossati practica le hace bien a la selección, porque envía un mensaje de unión: todos juntos por la bicolor y nadie por encima de ella. Su universo de jugadores es el mismo que tuvo Gareca en su momento; es decir, está acostumbrado a los mecanismos que el ‘Tigre’ aplicó y que Juan Reynoso no pudo replicar con éxito. Lo que hace el ‘Flaco’ es retomar lo que se hizo bien; pero agregándole una dosis de realidad: no somos Brasil ni Argentina para darnos el lujo de prescindir de futbolistas del calibre de Cueva, Guerrero o Zambrano. El uruguayo los quiere a todos en su barco, a jugadores comprometidos, experimentados, jóvenes y de carácter complejo. Y ha demostrado que no es un ingenuo, que sabe cómo llegar hasta la vena del futbolista más revulsivo.
La intención de Fossati es recuperar a jugadores que habían salido del radar de la selección. Cueva necesita operarse de la rodilla y no tiene fecha de retorno a las canchas; pero está en el punto de mira del entrenador una vez rehabilitado en su totalidad. Guerrero acaba de empezar una nueva etapa en César Vallejo y eso le garantiza continuidad a sus 40 años. Y Zambrano firmó su reciente retorno a Alianza Lima, de manera que puede tener actividad competitiva de ahora en adelante. Los tres son referentes de la bicolor y el más interesado de que vuelvan a jugar es Fossati, porque forman parte de su planificación. El DT los considera piezas importantes en su 3-5-2, y los necesita fuertes en lo físico y lo emocional. Lo primero les corresponde a ellos; mientras que lo segundo es una tarea del entrenador.
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