Luego de dos años de trabajo, lo de la Selección Peruana Sub 20 en Chile es a todas luces un fracaso. Si hace cuatro años finalizamos quintos en el Sudamericano, y casi pusimos un pie en el Mundial, esta vez ni siquiera clasificamos al hexagonal y solo superamos a Bolivia en el cómputo final. Lejos de avanzar, retrocedimos.
Nos ilusionamos con esta Selección. Seguimos su desempeño en los amistosos, donde cosechaba resultados que alentaban a creer. El trabajo conjunto con el plantel de Ricardo Gareca –al que acompañaron como sparrings en Rusia 2018– también invitaba a pensar que el grupo ganaba kilometraje y confianza de cara a la competencia oficial. A lo que también abonaba el buen desempeño de varios jóvenes de esta selección –López, Concha, Olivares, Pacheco y otros– en el torneo local.
Al final, todo era un espejismo. La Selección Peruana de Daniel Ahmed llevó una de las más pobres propuestas futbolísticas del torneo. Un equipo sin las ideas, los caudillos, las sociedades y los automatismos que uno esperaría en un plantel que ha trabajado junto tanto tiempo y ha jugado, además, decenas de partidos de preparación.
En este momento, cuando la afición todavía mastica la frustración de la inesperada –y temprana– eliminación, muchos cargan las críticas contra los jugadores. Aquí no vamos a caer en la tentación de sepultar a un grupo de jóvenes con talento y futuro. Porque lo tienen. Y seguro veremos a muchos valores de esta Sub 20 en futuras convocatorias a la selección adulta.
Que la responsabilidad sea asumida, como debe ser, por los verdaderos responsables del proceso.