Como suele ocurrir, la derrota del jueves ante Ecuador desató el rechazo de un grupo de aficionados contra algunos jugadores de la selección, a quienes pretenden responsabilizar por el mal resultado. Los culpan, los quieren fuera del equipo de todos y parecen no estar dispuestos a parar hasta ver rodar cabezas. Es lamentable comprobar cómo tenemos fanáticos capaces de sepultar hoy –y sin pestañear– a las mismas figuras que hasta ayer idolatraban.
Pasamos del amor al odio en un minuto y esta vez el baño de bilis cayó sobre Benavente y Ruidíaz, quienes si bien no completaron un buen partido ante Ecuador, seguirán siendo útiles en el camino a Brasil 2019 y Qatar 2022. Al igual que Christian Cueva, crucificado antes del choque del jueves por las mismas voces que hoy reclaman su regreso.
Serenidad es lo que nos falta. La escuadra de Ricardo Gareca es un equipo justito y humilde, al que no le sobra nada. Y es verdad, frente a Ecuador echamos de menos a Cueva, a Paolo Hurtado y, por supuesto, al capitán, Paolo Guerrero, quienes ya volverán, en su momento, al seleccionado.
Hoy, cuando varios integrantes del equipo de Perú que clasificó a Rusia 2018 no tienen continuidad en sus clubes, es ridículo pensar en descartar a buenos jugadores que destacan en sus ligas y tienen todavía mucho que aportar.
Así que no hagamos drama y enfoquémonos en lo que vale la pena. Perder un amistoso no es el fin del mundo. Lo importante es mantener la calma y enfocarnos en el próximo encuentro, sin perder de vista el gran objetivo de clasificar a la próxima Copa del Mundo.
Escribe: Guillermo Denegri
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