Pasaron tres años: ‘Yoshi’ Yotún y la columna vertebral que construyó Ricardo Gareca

Yoshimar Yotún se convirtió en un imprescindible para Ricardo Garecahace tres años, después de competir en la Copa América Centenario. El otro día, ante Brasil, lo volvió a confirmar.

Cuando empezó la en La Videna, no había síntomas de esperanza. El proceso empezaría con la misma base que dejaba Sergio Markarian –más algún jugador de Bengoechea como Carlos Ascues o Pedro Gallese–, pero, en fin, algo muy parecido. La columna vertebral se mantenía con Claudio Pizarro, Paolo Guerrero, Jefferson Farfán y Juan Manuel Vargas; es decir, los ‘4 Fantásticos’ y la ilusión no parecía entrar por ningún lado.

Sin embargo, al igual que en el 2011, la Copa América del 2015 traía consigo algunas sonrisas. El tercer lugar levantaba el ánimo por un rato, pero las Eliminatorias lo volvían a traer abajo con un comienzo nada esperanzador. Eso sí, algo había cambiado. El estilo de juego era elogiado a nivel mundial con el famoso “Perú vuelve a sus orígenes”.

Pero fue un año después, en una nueva Copa América, donde la base mutó en su totalidad. ‘Locos’, ‘Foquitas’ y capitanes le daban espacio a una nueva generación que tenía como objetivo reiniciar el proceso rumbo a Rusia 2018, que en realidad era el comienzo para Qatar 2022 (la verdadera meta, según han mencionado los propios futbolistas).

Aunque algunos nombres de ese torneo en Estados Unidos no volvieron a tener continuidad con la selección (Alejando Hohberg, Oscar Vílchez o Renzo Revoredo), a Gareca le sirvió el buen rendimiento para convencerse de que sin las estrellas era posible. La única cara visible que se mantenía era Paolo Guerrero, el resto empezaría a tomar forma con el correr de los partidos.

La zurda, siempre la zurda

El correr de los meses empezó a quitarles protagonismo a futbolistas que habían empezado muy bien el proceso del ‘Tigre’. Josepmir Ballón y Jair Céspedes le daban espacio a Renato Tapia y Yoshimar Yotún en el medio del campo y lateral izquierdo, respectivamente. Ellos dos, precisamente, se convertirían en dos ‘fijos’ del técnico argentino cuando las cosas empezaron a ser cada vez más importantes.

Pero no solo se convertirían en imprescindibles, sino también en complementarios. A Carlos Lobatón, que había empezado la ‘era Gareca’ como segundo capitán –primero tras la salida de Claudio Pizarro– e indiscutible en el medio de la cancha hasta el torneo de Estados Unidos, empezaba a sentir el peso de los años. Los tiempos que manejaba ya no eran los mismos y el ‘Tigre’ lo sabía.

Para liberarlo apareció otro nombre: Miguel Trauco. El lateral izquierdo de Universitario fue una de las sorpresas para la Copa América Centenario y le permitió a Gareca mover algunas piezas. En el mediocampo ya no estaría ‘Loba’, pero sí Yoshimar Yotún. Eso sí, la primera opción sería ‘Neka’ Vílchez, quien nunca pudo sostener la regularidad (por lesiones) que mostró en el torneo que lo cambió todo.

Y de esa manera –forzada, pero no tanto–, es que el argentino encontró su nueva columna vertebral. Ante Ecuador en Lima (ese partido al que denominan el de los verdaderos hinchas), la selección peruana alineó la medular que se consolidó: Renato Tapia para los relevos y ‘Yoshi’ para la creación. Si salía bien, nadie los iba a mover.

Tan importantes como necesarios

Desde entonces, Perú alineó esa dupla en siete de los diez partidos que restaban en las Eliminatorias. No eran consagrados, pero sí necesarios y no hubo sensación más cómoda para la ‘blanquirroja’ que tenerlos como sostén: uno corría y el otro pensaba. El cerebro y la pierna estaban mezclados en dos personajes que se convirtieron en un fundamentalismo para Ricardo Gareca.

Sin embargo, sí había uno que no podía fallar mientras pasaban los partidos era Yotún. Si Christian Cueva era el último pase, ‘Yoshi’ era el primero y más importante. Porque, al final, si no pones el primer ladrillo nunca vas a terminar de construir un edificio con buen soporte. Con sus pases fuertes y al pie, el ya reconvertido mediocampista rompía líneas y ponía a la ‘bicolor’ en campo rival.

Pero no era un mediocentro posicional, sino uno con más libertad. Si había que correr hacia delante para cuidar el balón, se hacía. Si había que lanzar, se lanzaba. Y si se tenía que retroceder, no pasaba nada. Los tiempos del equipo pasaban por sus pies, y su cabeza. El lateral izquierdo que se iba del partido había desaparecido (salvo ocasiones puntuales como aquel golpe ante Nueva Zelanda en Wellington) para darle paso a un futbolista cerebral.

Los números hablan por sí solos. Desde aquel 06 de septiembre del 2016 han pasado tres años y 48 partidos al mando del ‘Tigre’, en los cuales Yotún ha estado presente en 35 como titular –más otros 6 en los que ingresó como suplente–. De estos, la selección ha ganado 20, empatado 10 y perdido en 11 oportunidades; números nada malos para confirmar la importancia de ahora futbolista del Cruz Azul en el combinado patrio.

Con él, la selección encuentra una brújula en el medio del campo. Nadie entiende mejor lo que se debe y no debe hacer en el medio de la cancha. Cuando todos hablaban de la necesidad de Paolo Guerrero o ‘Cuevita’, volvió a aparecer Yotún para responder a la pregunta acerca de lo que le faltó al equipo ante Ecuador. “Yoshi”, dijo. Y, sí. Tenía razón.

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