El resultado es lo más importante, pero me interesa mucho el cómo. Esa es la idea que Ricardo Gareca trata de fomentar en los jugadores que representan la Selección Peruana en esta Copa América Centenario. Y es que la 'nueva' blanquirroja ha dejado una sensación de cosas positivas (antes que negativas), y que el futuro es alentador, siempre y cuando estos futbolistas no estén desprotegidos y terminen siendo los rostros de un fracaso más, como suele rotular un sector importante de la prensa especializada y la opinión pública en general.
Contra Haití tuvimos nueve buenos minutos en el arranque; ante Ecuador, treinta muy buenos. Sumados, no llegamos ni a 45. Por eso, y más allá del resultado final del torneo, tres conclusiones a raíz de esta Copa América Centenario:
1. El mensaje. Por primera vez, el entrenador de la Selección Peruana envió un mensaje directo (aunque tácito) con la convocatoria hacia quienes creen ser 'intocables' en el grupo (Vargas, Zambrano, etc). El resultado es el siguiente: nadie es imprescindible en la lista. La decisión de Gareca se ve sustentada por un conjunto de jugadores se ensucian el uniforme y muestran un alto grado de compromiso por el esfuerzo.
De hecho, la decisión de Gareca de optar por un grupo nuevo de referentes, salvo Guerrero, no ha perjudicado el rendimiento del equipo. Más bien, generó un efecto totalmente diferente: un grupo con hambre de gloria en el que destaca el colectivo, el funcionamiento, por encima de la jerarquía individual, algo de lo que aparentemente Gareca se hizo rehén en las Eliminatorias. Confió demasiado en los "extranjeros" y todos ya vimos cómo le pagaron. Ayer Perú jugó los primeros 30 minutos de manera impecable. Hace falta sostener.
2. El precedente que no podemos repetir. El 2012, Perú tuvo un partido que no marcó un punto de quiebre en las Eliminatorias de Brasil 2014. En Asunción, la Selección de Markarián perdió 1-0 de manera humillante ante Paraguay y el técnico uruguayo aseguró que iba a realizar cambios. Sin embargo, nunca se atrevió. Siguió optando por los mismos jugadores y fracasó en el intento de clasificar. De hecho, nunca estuvo siquiera dentro de los cinco primeros. Sus palabras fueron unas; sus actos, otros.
Han pasado cuatro años. Ricardo Gareca es ahora el DT de Perú. Decidió llevar a este grupo nuevo a la Copa a raíz de la última fecha doble en la que, interpretamos, no encontró el compromiso adecuado por parte de muchos jugadores.
¿Volverá a llamar a quienes no le devolvieron el compromiso que buscaba? Este debe ser el momento en que el estratega argentino ajuste la correa y tome una decisión con respecto al futuro de la Selección Peruana. O se sigue creyendo en la jerarquía individual o prioriza el funcionamiento colectivo que se vio ante Ecuador en el primer tiempo. La pelota está en su cancha.
3. El nivel de Perú en esta Copa América ratifica que el tiempo de trabajo es fundamental. Ha quedado demostrado que en Eliminatorias, poco o nada se puede hacer con cinco o seis días de trabajo previo al partido. Aunque la situación se torne difícil porque los clubes ceden a sus jugadores con esas trabas, la FPF debería buscar la manera para que Gareca pueda trabajar con los jugadores convocados del medio local.
Esta base de futbolistas que se ha creado en esta Copa América Centenario puede ser el primer paso. Eso sí, no volver a los tan recordados 'microciclos' de Markarián que eran prácticas con 30 jugadores que nunca tenían participación en juegos importantes. El tiempo de entrenamiento es muy importante y dos terceros puestos en Copa América lo sustentan.
Basta de paseos a Europa buscando compromisos que no existen. Basta de buscar a jugadores que lo primero que hacen es preguntar cuáles son los días libres. Basta de viajes. Hace falta trabajo.
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