El 5 de octubre del 2017, los nervios de los hinchas de la Selección Peruana a horas del inicio del partido contra Argentina en La Bombonera se incrementaron considerablemente. Christian Cueva estaba suspendido y, contra todo pronóstico, Ricardo Gareca había probado en el ensayo final al joven Sergio Peña en el equipo titular.
"¿Por qué no otro?, ¿Y si le pesa la camiseta?, ¿Y si se asusta? La hinchada presiona y el estadio tiembla...", pensaron algunos. Aquellos aficionados no se enteraron nunca que Sergio, muy aparte de tener la sangre de Paolo Guerrero en las venas, es una persona que le tiene miedo a muy pocas cosas. Y un estadio complicado, no era una de ellas.
Desde muy niño, el joven volante salió parado de problemas complicados. Su sueño de ser futbolista tambaleó en varios momentos de su vida, pero él nunca renunció.
Al ser hijo de un militar, Peña tuvo que comenzar de cero en varias oportunidades. Por ejemplo, muy chico y ya instalado en Cantolao tuvo que mudarse a Huaraz con toda su familia y dejar una carrera que ya empezaba a dar sus primeros frutos.
Ante esto, ¿Qué fue lo que le dijo a su mamá? "No importa, en Huaraz está el Sport Áncash y podemos jugar ahí". Claudia, su madre, se dio cuenta en ese momento que su hijo nunca se daría por vencido.
Parecía el plan perfecto: era solo cambiar un equipo por otro y el sueño continuaba intacto; sin embargo no sería tan sencillo. Ya en Huaraz, en los alrededores del estadio Rosas Pampa, Sergio se enteró lo que nunca había pensado. A pesar de ser un equipo de la región, las divisiones menores del Sport Áncash funcionaban en Lima.
En ese momento Peña ya no sabía a donde ir, estaba en un lugar nuevo y conocía a muy pocas personas, sin embargo no estaba dispuesto a dejar de jugar.
Así fue que un día decidió seguir a su padre al trabajo y esperar el momento de descanso de los soldados para pedirles que lo dejen jugar fútbol con ellos.
"Estás loco, lo van a lastimar", reclamaba Claudia a Fernando, el papá de Sergio. Pero él, dejó que su hijo lo continuará haciendo. Pasaron los días y eran las tropas quienes ahora buscaban a Peña para las 'pichangas'.
A pesar de ser menor que todos, Sergio sacaba una gran ventaja y no tenía miedo de 'meter' fuerte la pierna. Era uno más y emocionaba a su padre, aunque este ya tenía claro que el destino de su hijo sería el fútbol y no el ejercito.
Un equipo de fútbol se había formado en los alrededores del estadio Rosas Pampa y llamó la atención de Sergio. Cuenta su mamá que recorría una distancia considerable para llegar a cada entrenamiento y que estaba feliz. Otra vez se acercaba a lo que quería, pero, como siempre, la vida le tenía preparado otro obstáculo que superar.
Una travesura de niño le costaría caro. Regresar corriendo de una práctica con el polo mojado, lo llevaría a postrarse en una cama por más de 15 días. Los doctores no atinaban y desesperaban a Claudia, pero finalmente se confirmó: Sergio tenía pulmonía.
De su infancia, fue el momento más complicado, pero también el que lo haría más fuerte, el punto de quiebre que lo llevaría a tomar la decisión que le cambiaría la vida. Tras ser dado de alta, Sergio y su hermano Fernando decidieron volver a Lima y probarse en una de esas pruebas masivas de Alianza Lima.
Al ser sobrinos de Paolo Guerrero, cualquiera hubiera pensado que ya estaban dentro. Y quizá pudo ser así, pero no. Ellos quisieron que su talento hable por ellos y fueron a aquella prueba como cualquier otro de los cientos de niños que perseguían un sueño.
Una sola oportunidad: 5 o 10 minutos para ver de qué estás hecho. "Eso es todo, el miércoles los que quedan aparecerán en el periódico", dijo el profesor ... Y ese día desde las 5 de la mañana un niño saltaba en la cama de Claudia exigiendo comprar el diario.
Fue ahí donde comenzaría su carrera como profesional. Su debut en Alianza Lima con solo 16 años, su partida a España, su vuelta, su relanzamiento de la mano de 'Chemo del Solar' y así hasta hoy en el Granada de España.
En el equipo español, Sergio es hoy una pieza clave, pero los que algunos no saben es que se quedó ahí por un golpe de suerte que, sí, de repente ya le tocaba.
Cuando vuelve a Granada tras su gran año con San Martín, los cupos de extranjeros ya estaban llenos y Sergio, aunque estaba pedido por el DT, estaba obligado a buscar otro club o a regresar al equipo 'B' (tercera división). Una decisión complicada que le provocó dolor de cabeza por varias semanas; pero que nunca tendría que tomar. Dos días antes del cierre de pases en España, la nacionalización del venezolano Darwin Machis al fin salió y esto liberó el espacio que Peña necesitaba para quedarse. Una cosa de locos.
Sergio no la tuvo fácil nunca, pero siempre estuvo ahí, tranquilo, con una sonrisa, casi pasando desapercibido, pero dejando todo. Luchó, se esforzó desde niño por sus sueños y por eso, aunque acaba de recibir el golpe más duro de su carrera (quedar fuera del Mundial) estamos seguros que no se derrumbará.
Otra vez los retos más grandes lo esperan, pero él no tiene miedo. Nunca lo tuvo. "Es un soldado, un soldado como su papá", dijo bien su mamá.