¡Dios mío!
¡¡Una aparición fantasmal!!
¡¡¡Un arquero poseído por un espíritu tremendo!!!
Todo lo que se ha visto -y dicho, por supuesto, por un narrador colombiano en el estadio Nemesio Camacho o, simplemente, el Campín- tiene que ver con lo sobrenatural. Un muchacho de 21 años que, en apenas cinco segundos, se teletransporta. En la primera imagen se arroja a media altura y con las dos palmas desvía la pelota; en la segunda, utiliza el muslo; en la tercera, se apoya en las rodillas.
Sus compañeros lo abrazan como si hubiera atajado un penal (que en el papel era más sencillo) o como si hubiera marcado un gol en el minuto final. Millonarios no tiene un arco común, con redes de fondo, tiene una pared o, como muchos creen en Bogotá, alguien con una mejor versión en la vida real que en el Play Station. Porque hasta ahora nadie logra descifrar qué hizo Wuilker Fariñez aquel 9 de marzo frente a Atlético Nacional. Hasta ahora.
Depor conversó con Luis Fariñez, padre del '1' venezolano y con Roberto Ovelar, que comparte camarín con él en los 'Embajadores', para saber qué hay detrás de un muchacho que no necesita fruncir el ceño -como la mayoría de los jugadores en su puesto- para intimidar, que pese a su 1.81 m. rompe la regla de que arquero que no llega al 1.90 m. no tiene futuro, que suena en Barcelona de España y que en casi tres semanas será nuestro primer cerrojo a vencer en la Copa América.
Cinco horas diarias de trabajo
Nuevo Horizonte está a la izquierda del viaducto de Caracas. El barrio se puede ver porque está encima de una montaña, la cual descubre pistas estrechas, casas que no están decoradas por pintura, sino que en el mejor de los casos deja notar ladrillos. Es un lugar humilde. Hace siete años, desde una de esas esquinas, junto al resto de los Fariñez, Wuilker decía: "Quiero ayudar a progresar a mi familia". Tenía la ilusión porque en un campamento de pruebas, por encima de otros 20 porteros, Real Madrid lo había seleccionado -en un evento organizado junto a la empresa de harina PAN- para viajar a España. No le fue como esperaba.
"No quedó, pero si hay algo que yo recuerdo siempre son sus palabras. Su familia estaba primero y sus ganas de ayudar", nos contó don Luis. Sí, el mismo que quizá fue su principal espejo: atajó en la profesional con Estudiantes de Mérida y Wuilker lo imitó. Después de sus clases en el colegio San José, iba a visitar a su papá en la escuela Santo Tomás de Villanueva. "Yo lo entrenaba desde las 2 pm. hasta las 7 pm. La gente me decía que pare. Pero él no quería. Yo por ese entonces dirigía a chicos de 20 años, que a veces le remataban. Y él solo tenía 10. Imagínate".
El '1', por supuesto, no tenía problemas con los permisos: respondía en la cancha, pero también en las aulas. No había rojos en la libreta, presentaba las tareas a tiempo y a sus papás nunca lo llamaron de la dirección. "Ese muchacho es una bendición. Es, en verdad, muy bueno". Fariñez no ha cambiado con el paso de los años: siempre con el corte militar. Es un arquero que hasta cuando hace enojar a un '9' rival, dejándolo solo con el gol en la garganta, no recibe un insulto, sino una palmada. Y hasta un abrazo.
No siempre quiso ser arquero
"En un mano a mano, jamás se tira. Es un gato. Entrena mucho pero creo que es como complemento, porque ese muchacho ya nació con ese talento. Es mucho arquero". No lo ha dicho un familiar ni tampoco un amigo de toda la vida. Roberto Ovelar -delantero que en nuestro país defendió a la Universidad San Martín, Alianza Lima y Juan Aurich- nos cuenta lo que significa tener al '1' en su escuadra. Hoy el 'Búfalo' también defiende la camiseta de Millonarios.
Pero vamos a analizar lo que señala el delantero paraguayo. Y no tanto en las reacciones felinas, en todo caso en el uno contra uno. "Jamás se tira". Que para nosotros, en la pichanga del domingo, se traduce en un "no se regala". ¿Ayudan sus reflejos? Sí. Pero también que piensa como un 'punta', una posición que no le es ajena. En el canchón de tierra de Nuevo Horizonte, aparecía de atacante. "Cuando anotaba, regresaba al arco, para segurar el partido", añade su papá.
A los 15 años, cuando por lo general la mayoría de muchachos piensa en los quinceañeros, Wuilker firmaba contrato profesional con Caracas FC. Lo que no llamó la atención de aquel acuerdo, fue la edad del guardameta sino el detalle del mismo: minutos antes de ser parte del primer equipo, tuvo que decidir si lo iba a hacer evitando los goles o marcándolos. "Hay que analizar el futuro y debo centrarme en una posición que es la de arquero", dijo por ese entonces. Sabe cómo piensa alguien, que por lo general, está frente a él.
Perú, el país que jamás olvidará
La primera vez que Wuilker vio al equipo de Ricardo Gareca de cerca fue el 18 de junio del 2015, en el estadio Elías Figueroa de Valparaíso, Chile (aquella vez la Selección Peruana ganó con tanto de Claudio Pizarro, a los 71'). Pero no lo hizo desde una tribuna: Noel Sanvicente, entrenador de la 'Vinotinto' en aquel tiempo, decidió llevarlo a la Copa América como tercer arquero. Que no tuviera DNI azul -eso sería en nuestro país- no le marginaba al '1'. Con 17 años, ya compartía con su selección absoluta.
Pasaron dos años para que el encuentro sea más cercano. El 23 de marzo del 2017, el arquero hizo su debut en un partido oficial (Eliminatorias), en Maturín, frente a Perú: quedó 2-2. Aquella noche, André Carrillo y Paolo Guerrero lograron anotarle. Tres meses después, el orgullo aumentó para los suyos: alcanzó el segundo lugar en el Mundial sub 20, de Corea del Sur.
Fariñez, junto a Yangel Herrera y Adalberto Peñaranda, eran las figuras. La esperanza de un país que mientras se despedía de un padre, una madre, un hijo, y su suelo, se aferraba a sus colores con estos logros. El mismo Rafael Dudamel -después de eliminar en cuartos de final a Estados Unidos- mencionó: "Aquí los únicos disparos serán a gol". De jovencito le tocó no solo sacar la cara por su familia, como lo dijo aquella vez que iba a viajar a Madrid, sino también por su patria.
¿Volverá a viajar?
Inglaterra, Argentina y México. En ese orden. En Sport aseguran que le vienen haciendo seguimiento al 'cerrojo' llanero, en una nota que principalmente lo vincula con Barcelona. Él, claro, confiesa que no sabe nada. Solo le gusta hablar en pasado y presente o de sus ídolos. "Ahora en la actualidad, uno de los mejores porteros es Ter Stegen. También está Iker Casillas, que siempre lo seguí".
Curioso: a mediados de año, después de la Copa América, más de uno señala que su futuro no estará más en Bogotá. Es posible en que esté en España, en aquel país que alguna vez le dijo no. Su racha no se detiene: esperemos que solo haga un stop el próximo 15 de junio, cuando nos veamos las caras en Porto Alegre.
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