Hablar de Lolo Fernández es sinónimo de hacerlo de Universitario. Han sido varias décadas en la que su nombre ha pasado de generación en generación y sigue en el peldaño más alto de la lista de referentes que posee el club crema a lo largo de su historia. Teodoro es, por consiguiente, el ídolo máximo de la ‘U’.
Hace exactamente 26 años, su partida enlutó no solo a la ‘U’ y al fútbol peruano, sino también al continente sudamericano. Y es que el futbolista no solo había hecho historia con la camiseta merengue en el pecho, sino también con la de la Selección Peruana.
Centenares de hinchas de Universitario -y de otros equipos- se daban cita al estadio Lolo Fernández para brindarle el último adiós a aquella persona que reflejó todos los valores que quedaron grabados en los vestuarios del conjunto estudiantil y fue imagen perfecta de la tan mencionada ‘garra crema’.
¿Olvidar sus actuaciones con la ‘U’? Imposible. Fueron tantas alegrías las que brindó a la fanaticada estudiantil que -incluso- el día de su despedida (un 30 de agosto de 1953) le anotó un Hat-Trick a Alianza Lima. Sus 43 años no fueron impedimento para que salga cargado en hombros tras ser el principal artífice de la victoria de aquel día sobre el eterno rival.
Sin embargo, Lolo Fernández no solo destacó por su rendimiento en el terreno de juego con la camiseta de Universitario, sino también por las muestras de caballerosidad y respeto que tenía en su vida cotidiana, lo que hizo que sea visto no solo como un gran deportista, sino también como una persona a carta cabal.
“Haber sido compañero de Lolo Fernández fue maravilloso porque observé cómo era de correcto, educado, caballero dentro y fuera de la cancha. Con justa razón la hinchada de Universitario lo tiene como máximo ídolo”, señaló el también recordado ‘Toto’ Terry sobre lo que significó ser contemporáneo con Teodoro Fernández.
De esa manera, Lolo Fernández dejó su cuerpo en la tierra para instalarse en la memoria del hincha de Universitario. Su recuerdo permanecerá latente generación tras generación porque, un día como hoy, dijo adiós, pero se quedó para siempre.
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