“No importa quien gane, igual vamos a festejar aquí en la casa”. Es el mensaje de un padre orgulloso, quien nunca pensó que llevar a sus hijas a los partidos que jugaba con sus amigos –en Pamplona o Los Olivos– iba a terminar por contagiar una pasión tan grande por el fútbol. Más de 15 años después, Xioczana y Xiomara Canales no pueden contener la emoción por enfrentarse en un clásico que se disputará en el estadio Nacional.
Que no lo hagan en la misma vereda es la excusa perfecta para hacer una apuesta. Por eso, siendo amantes de la comida, las gemelas Canales ya confirmaron que quien pierda tendrá que pagar. “Hemos apostado una fuente de ceviche y unos anticuchos porque nos encantar comer”, nos contaron entre risas cuando las visitamos en su casa ubicada en Villa El Salvador.
Después de tanto sacrificio, el partido del sábado 26 de octubre (4 pm) solo puede ser tomado como una excelente noticia para ellas, aunque todavía falte definir el resultado. “Prácticamente no vivimos en nuestra casa. Nos levantamos a las 5 de la mañana. Entre los entrenamientos, trabajo –Xiomara trabaja en terapia física– y universidad pasamos todo el día fuera”, dicen sin síntomas de arrepentimiento.
Y todo ese sudor de la frente llena de orgullo a Alex y Teresa, los padres. “Ellas son las que despiertan al gallo por las mañanas (risas). Se sacrifican mucho y nunca descuidan sus estudios”, agrega el papá que recalca que estará en el Nacional con la camiseta de la ‘U’, aunque una de sus hijas juegue en el rival de toda la vida.
Una casa crema
Aunque el barrio donde viven sea compartido entre hinchas de Universitario y Alianza Lima, en la casa de los Canales nunca dudaron de sus colores, hasta hace unos meses. “No sé qué hace en Alianza”, dice Xioczana guiñándole el ojo a su hermana. Y es que en el fondo sabe que sí hay un motivo porque, más allá de todo, el fútbol es lo más importante de lo menos importante.
Eso lo sabe Xiomara, quien ya había decidido apartarse del fútbol para enfocarse de lleno en los estudios hasta que desde tienda blanquiazul le abrieron las puertas y apoyaron. “El ‘profe’ me llamó para hacer las pruebas y quedé. Me han tratado tan bien y les he agarrado tanto cariño que ahora me considero hincha, aunque es cierto que de pequeña era de la ‘U’”, cuenta.
Su papá lo niega, entre risas, diciendo que el fondo del corazón de su hija siempre será crema, pero su mamá lo tiene claro. “Yo normal me pongo la camiseta de Universitario junto a una gorras y medias de Alianza”, dice ¿Hay algo más fuerte que el cariño de un madre?
Al final todo se queda en la cancha y, acabados los 90 minutos, siguen siendo hermanas. Por eso, como se dijo al inicio de esta nota, la comida estará servida regresando de la cancha. “Se merecen todo lo bueno, ya que han sabido sobrellevar el deporte con los estudios y eso se tiene que felicitar”, agrega Alex emocionado.
Después de la tormenta…
Los cambios son necesarios en el fútbol como en la vida y las hermanas Canales lo tomaron tal cual cuando, en el 2018, dejaron de pertenecer al JC Sports Girls para “ver el fútbol peruano desde otra perspectiva”. Mientras Xiomara parecía dejar de lado la pelota, Xioczana dudaba entre elegir al cuadro crema o Sporting Cristal, más allá de la pasión familiar por el primero.
“En la ‘U’ siempre quieren ganar, compiten siempre y hay un alto sentido de la responsabilidad”, nos contó la volante que espera ser campeona con el cuadro del cual es hincha. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones, el deporte rey para las mujeres en el Perú tiene que seguir mejorando si quieren competir en la Copa Libertadores.
Abrir las puertas del Nacional es el primer paso. Y es que jugar a puertas cerradas fastidiaba a las jugadoras que todavía sueñan con ser profesionales. “Los hinchas y los padres de familia nos motivan”, cuentan dejando en claro que lo del sábado se tiene que repetir siempre.
El mensaje es claro, ellas quieren apoyo para que los resultados no tarden en llegar. Las cosas han mejorado, pero todavía no es suficiente para pelear palmo a palmo con las colombianas, paraguayas, argentinas o brasileñas. “Necesitamos que la selección nos impulse para que más chicas se vayan al extranjero”, agregaron.
El sueño es ponerse la ‘bicolor’ (Xioczana ya jugó en la sub17 durante el Sudamericano del 2016) y las cosas están encaminadas para seguir soñando en un futuro mejor. El fútbol femenino está en pañales, pero tiene a todo un país lleno de ilusión por verlo convertirse en profesional.
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