Los ojos saltones de Romelu Lukaku todavía no asimilan lo que acababan de ver. El corpulento delantero de Bélgica tuvo en sus pies la oportunidad de poner a su merced a una combativa Croacia y meter a los ‘Reds Devils’ en octavos de final de Qatar 2022. Pero estrelló ese balón en el palo izquierdo de Dominik Livakovic y este no regresó al ‘9′, sino que, por mala suerte u otra explicación metafísica, se fue a un lado del campo, perdiéndose como las opciones belgas de continuar con vida en el torneo. En eso, el estadio Ahmad bin Ali fue un cementerio: manos al rostro, otras a la cabeza y las miradas de lamento al cielo acompañaron ese tenso momento. Con ese remate fallido también se fueron las ilusiones de una generación dorada que hoy se pierde en el ocaso y que también, seguramente, perderá el puesto 2 del ranking FIFA mundial, ubicación que tenía en octubre pasado.
El paso de Bélgica por la Copa del Mundo fue una aventura con más pena que gloria. El empate sin goles (0-0) ante Croacia confirma que el equipo de Roberto Martínez es la primera gran decepción de este evento. Fue un plantel que llegó como uno de los candidatos a pelear el título, un grupo repleto de nombres rimbombantes, con jugadores en los mejores equipos del mundo y cuyo valor supera el promedio en millones de euros, no supo revalidar ese tercer lugar conseguido en Rusia 2018 y se despidió temprano de la máxima fiesta del fútbol: apenas sumó cuatro puntos de nueve posibles y solo marcó un gol.
¡BÉLGICA 🇧🇪 ELIMINADO DEL MUNDIAL!
— Pablo Giralt (@giraltpablo) December 1, 2022
El 2° del ranking FIFA y 3° en Rusia 2018 se despide en primera ronda con un plantel plagado de estrellas. pic.twitter.com/Nfy6Fhqzxn
Por la expectativa que generó, por la jerarquía que suponía, por la calidad de sus jugadores, por Thibaut Courtois (30), Eden Hazard (31), Kevin De Bruyne (31), Romelu Lukaku (29), resulta inverosímil el desenlace de Bélgica en este Mundial. Nadie le avisó que venía mal o quizá nadie fue tan valiente de tomar la palabra y advertir lo que pasó. Se va una generación dorada que no logró despegar, una que se quedó en promesa y nunca pudo hacerse realidad. Y el fútbol, que muchas veces desconoce de justicia, la recordará como lo que es: un equipo que pintó para campeón y jamás pudo serlo.
Factores de un fracaso anunciado
Tres oportunidades de anotar tuvo Lukaku ante Croacia y todas en el segundo tiempo. La más clara fue ese remate que pegó en el palo. Con esa foto nos quedamos todos porque retrata el final de un ciclo o el fin de una era; no obstante, el problema trasciende a eso, va más allá del resultado y de lo que Bélgica mostró en los minutos finales de ese partido.
Desde que los ‘diablos rojos’ llegaron a Qatar, brotaron síntomas de que algo no estaba bien. Primero fueron las declaraciones de De Bruyne, la estrella belga y el mejor jugador. “No hay ninguna chance de que ganemos la Copa del Mundo. Creo que nuestra oportunidad era 2018. Somos demasiado viejos. Tenemos un buen equipo, pero está envejeciendo. Perdimos algunos jugadores clave. También tenemos algunos buenos jugadores nuevos que vienen, pero no están al nivel de otros que estaban en 2018. No somos candidatos ni favoritos”, dijo con sinceridad.
Esas palabras hicieron eco en la prensa, pero también diezmaron la interna de Bélgica. Tras la derrota ante Marruecos, salió Jan Vertonghen a dar la cara y disparó con todo. “Supongo que atacamos mal porque también somos demasiado viejos adelante”, tiró el central. La respuesta a De Bruyne fue evidencia de un cortocircuito dentro del grupo, uno que pudo evitarse si el volante del Manchester City hubiese actuado de manera sensata. Lo correcto era comunicárselo a los propios compañeros o al técnico Martínez. Pero no sucedió. Lo que sí hubo fue una comunicación interna entres los propios jugadores para sobrellevar ese problema y enfocarse en lo importante: la clasificación. Sin embargo, por más intentos que hubo, el destino estaba sellado.
Otro de los factores fue la soberbia acompañada de la cero autocrítica. Eso suele ocurrir en equipos donde las estrellas pululan en el firmamento y hacen complicada la cohesión. En Bélgica se creyeron más de lo que pudieron demostrar. Y prueba de ello fueron las palabras de Thomas Meunier, quien en su momento puso al Mundial por debajo de la Eurocopa. “Ganar la Euro es incluso más gratificante que ganar el Mundial, a la vista de los equipos y del nivel mostrado. Ganar la Eurocopa es como ser campeón del mundo. Los mejores equipos son europeos, los jugadores más grandes, excepto Brasil, están en Europa”, dijo el central.
Esa frase cayó mal a esta parte del continente, pero también demostró un aire de soberbia que los belgas no vieron en su momento. Ni siquiera cuando fueron eliminados en cuartos de final de la Eurocopa por Italia deshizo ese ambiente de triunfalismo en la interna del grupo. La clasificación invita a Qatar 2022 también nubló el juicio y no hubo autocrítica. Así llegó Bélgica al Mundial, con el pecho inflado y sabiendo que era candidata a ser protagonista.
Roberto Martinez has announced that he will stop as national coach of the Belgian Red Devils. pic.twitter.com/l7EBqiOAeD
— Royal Belgian FA (@RoyalBelgianFA) December 1, 2022
Pero el fútbol no tiene lógica y los mundiales están llenos de sorpresas. A Canadá le ganó con lo justo (1-0), sin sobrarle nada e incluso con Courtois siendo protagonista. Luego, Marruecos le dio una dosis de humildad y lo dejó al borde del nocaut. Y ahora Croacia (o tal vez Lukaku) le dio el golpe de gracia y lo sacó del Mundial. Así, con un plantel rico en recursos y teniendo todas las armas a su disposición, Bélgica es la mayor decepción de Qatar 2022.
Tal vez a Martínez le sucedió algo similar a lo de Vicente Del Bosque en 2014. En ese entonces, la favorita España llegó al Mundial tras ganar dos Eurocopa (2008 y 2012) y una Copa del Mundo (2010), y con su mejor generación dorada de todos los tiempos por delante. Ese equipo lo ganó todo, fue el mejor por muchos años; pero se estrelló con una cruda realidad al quedarse eliminado en fase de grupos. Del Bosque confió en su gente, apostó por el mismo colectivo, no renovó al plantel con miembros nuevos y el desenlace fue un golpe tan fuerte en la cara que hasta ahora dejó cicatrices.
La eliminación de Bélgica no es una casualidad, sino una causalidad. Es producto de un proceso que tocó su techo con el tercer lugar en Rusia 2018 y hoy juega los descuentos con un punto final llamado fracaso o decepción. Los ciclos se acaban y el de los ‘Diablos Rojos’ ya llegó a su fin.
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